1) El aspirante no debiera mostrarse fatuo respecto a su pretendida elevación, de allí que en el principio esté indicada la completa sinceración interior. Conocer «sobre quién estamos parados» y toda la constelación de aptitudes y miserias que viven en nosotros. Sin una previa y permanente sinceración, no estaremos en condiciones de influir noblemente sobre las mentes y corazones de los otros hombres, tal cual este kua pronostica. En consecuencia, la Misión de vida del consultante es transparentar su fuero interno, hacer visibles todas las carencias y las cualidades reales y predisponerse a la completa purificación interior, como paso previo a la asunción de responsabilidades en la esfera pública. Se trata de una existencia en que se presentan efectivas oportunidades para relacionarse con autoridad ante otros hombres, incluso para establecer justicia, servir de agente de la Ley de Equilibro y Armonía (Karma). Ante la promitente responsabilidad que tarde o temprano el consultante habrá de adquirir, se recomienda aplicar la energía del carácter para hacer germinar en su interior la vitalidad espiritual más profunda, el elemento de verdad y ecuanimidad indispensables -y que son parte de lo que somos- que lo califique correctamente para la acción. En otro sentido, desde el punto de vista de la escatología esotérica, se trata de trabajar sobre la estructura interna de nuestros vehículos o cuerpos, a fin de purificarlos y hacerlos lucir la gama de tonalidades más auspiciosas y deseables a los ojos de un clarividente. En los «ovoides», o huevos astrales y mentales, nuestros cuerpos sutiles, diferentes franjas con distintas tonalidades, van conformando la estructura aparente. Las pasiones y miserias se depositan en la zona inferior en coloraciones pesadas y turbias, y las virtudes y cualidades ya desarrolladas se dibujan en la esfera superior. Precisamente esta esfera superior de nuestros vehículos sutiles tiene relación con la germinación de la fuerza matriz de la virtud y de la verdad en lo más hondo de nuestro ser.
2) Momento en que debemos transigir con los más débiles, mostrarnos indulgentes ante el ignorante y el corto, y aceptar positivamente nuestra obediencia para con los principios superiores y sus agentes en el mundo. Uno debiera predisponerse para acoger en su corazón a todos los seres vivos, y en cuanto a los hombres permitir que establezcan su propia influencia sobre nosotros, que expongan plenamente sus deseos y motivaciones, a fin de liberarnos de prejuicios y enlazarnos íntimamente con ellos, de corazón a corazón. Sólo permitiendo que todos los hombres accedan a nuestro genuino y franco interés, aprenderemos de los verdaderos Maestros cotidianos -todos los seres- y profundizaremos nuestro vínculo con la Verdad.
3) Como se señaló, los prejuicios y creencias más arraigadas, las ideas fijas y las obsesiones, los hábitos inútiles y recurrentes, los vanos puntos de vista y las opiniones, jalonan un camino empedrado que sólo conduce al «infierno». El cielo tiene que ver con la mayor libertad interior, aquella disposición de ánimo que nos permite congraciarnos con todos los hombres, sin importar su nivel evolutivo, a fin de servir de puentes y comunicadores del espíritu de Justicia y de Concordia que nos interpela desde la esfera de lo Real. Los excesos en el enjuiciamiento y en la aplicación de castigos o admoniciones a nuestros compañeros de viaje, son una mala señal, y muestran lo poco sensibles y lo poco comprensivos que nos hemos vuelto. El no ponerse en el lugar del otro, percibiendo intuitivamente las reales motivaciones de sus actos, nos inhibe grandemente para servir de instrumentos de la Ley Superior en el mundo.
4) Por sobre todo una amplia y exhaustiva sinceración interior. Un flujo activo de la energía de la Verdad y del Bien en nuestra mente y en nuestro corazón. Desarrollar los aspectos personales de nuestra Real Identidad, ser quienes realmente somos y no enturbiar nuestra conducta adoptando actitudes que nos alejan de la realeza y estatura originales. Naturalmente se trata de llevar una vida de observación detallada, de meditación persistente y de buena voluntad y espíritu de transacción y de concordia para con todo lo que vive.
5) «Empolla el Ave de las Eternidades su maravilloso Huevo. Presta el calor de la energía primordial y aviva el germen en el centro. Así obra el Maestro en las Artes Marciales de la Vida (el Kung Fu) y evoluciona conforme a la Ley Natural, desplegando sus anchas alas sólo cuando así lo demanda la Verdad».