Como se dijo, los arquetipos celestes que fueron contemplados por los sabios de la antigüedad subyacen, tienen sus raíces en las regiones idea- les sin forma, e ingresan al plano de la manifestación como la luz de un prisma, a través del centro reflector situado en los niveles atómicos del plano emocional. En otras palabras, lo que es una realidad quintaesencial y no ética e informe, ha de tener un punto de encaje desde el cual servir de prototipo vital para el documento físico terrestre. Precisamente este punto de encaje o núcleo del prisma de irradiación hada la esfera material se halla situado en los niveles energéticos más elevados y sutiles del plano emocional, allí donde la actividad descendente de las fuerzas del intelecto y la actividad ascendente de la sensibilidad moral más exquisita se aúnan e integran.
Las construcciones energéticas del plano sutil suelen gravitar grandemente en la conciencia relativa del hombre encarnado y así los sistemas de creencias, especialmente los religiosos y sociales, poseen una forma energética de alta densidad emocional que crea un espejismo colectivo gigantesco en el planeta, creando idealismos fanáticos e infatuación y provocando una creciente ceguera espiritual. Del mismo modo, el egrégor del Libro de los Cambios debe ser alcanzado en las regiones ideales por la meditación reflexiva iluminada por la intuición. Esta meditación se hace imprescindible, para que pierda gravitación el mal uso adivinatorio del Tratado, que contamina la proyección de su forma sutil al extremo de inclinar la mente colectiva a un uso especulativo y adivinatorio por encima del mayormente deseable: como libro sapiencial y revelador de las leyes morales que interactúan en nuestro plano de manifestación.
Cuando se consulta al Libro se pone de manifiesto la existencia de una única Mente Universal de la que todas las mentes particulares son surgentes y afluentes. En la concepción de la psicología esotérica, en cada mente personal están las simientes de las ideas y poderes universales, de modo que, también en el caso de los libros sapienciales, el entrar en sintonía o contacto meditativo con la fuente espiritual de la enseñanza, hace que se despliegue en el interior de la mente la luz y la vitalidad de las ideas esenciales que están en potencia en su interior. El Libro es el sí mismo, la mismidad del consultante, el nivel más profundo que su mente racional puede alcanzar, el campo de fuerzas mentales integradas que se vierten a través de cada mente individual.
Es, en consecuencia, un mapa vivo de las modulaciones del alma individual, del plano de gestación de las actividades que el alma encarnada realiza en su peregrinaje terrestre. Constituye la superestructura mental básica de los hechos de la vida, encontrada y graficada por una civilización arcaica en signos, símbolos, módulos y períodos rítmicos. Fue encontrada en la contemplación del cielo interior, de las simientes e ideas y poderes del alma, una con todas las almas, en el acto de la contemplación meditativa. Las ideas del alma son en nuestro plano las leyes universales, naturales y éticas, y sus poderes se transforman entre nosotros en las virtudes’ morales y civiles, tal cual son expresadas, por ejemplo, en el Libro de los Cambios o en cualquier otro libro sapiencial.
De modo que al formular la consulta me la hago a mí mismo. Lo importante es adoptar la actitud mental y emocional correcta para que el nivel alcanzado en la profundidad del planteo y su definición sea el más elevado.
En síntesis, se trata de un método estructural para alcanzar un más amplio auto-conocimiento, el cual no sustituye la práctica de la observación sobre uno mismo y en sus relaciones, sino que la potencia.