1) Se trata de experimentar con el valor de la adversidad. Surgen en nuestro camino impedimentos y obstáculos que distancian el progreso y nos pueden sumir en la confusión y en la desesperanza. Sólo el repliegue, la retirada estratégica e inteligente y el tornar refugio en los brazos de la sabiduría y de la templanza pueden hacemos recobrar la línea que parece hubiéramos perdido de un modo radical. En estas circunstancias existen medidas paliativas que favorecen el auto-rescate y prefiguran un esquema de protección personal, cauta y extraordinaria. En esta emergencia, la Misión en la vida es encontrar en la esfera espiritual el consuelo y el valor que parecen habernos abandonado; investigar en las causas (kármicas) de nuestra actual limitación y dificultad y volvemos hacia los hombres de autoridad moral, para que ellos, que seguramente han conocido el ostracismo existencial antes, puedan servimos de estímulo y orientación para nuestros días de preocupación y adversidad.
2) Como ya se escribió, existe una característica común a toda adversidad que debe ser tornada en cuenta en este período: abre las puertas del cambio de un modo lateral, pero inevitable. Ante la adversidad sólo cabe ensayar movimientos defensivos, buscar el auto-refugio (la protección de las salutíferas corrientes del alma) y sellar nuestro pacto con la Verdad más profunda mediante una vida de abnegación y suma cautela. El método expedito se encuentra descripto en la Tradición del Karma Yoga. A ese respecto busca literatura sobre este método de realización por medio de la acción recta. Cuentas con adalides del pensamiento hindú, como SwamiVivekananda, con la Dra. Annie Besant y con el propio Rudolf Steiner, para encaminar tu investigación. De momento concéntrate en darle forma al plan estratégico de repliegue (sobre las fuerzas del alma) y abandona toda búsqueda en el mundo. Te verás por demás recompensado por los tesoros del espíritu en medio de la farragosa y hostil semblanza de tu cotidianeidad material.
3) La paralización y el fracaso de muchos proyectos emprendidos en el mundo; la lenta marcha por el camino de la vida detrás de un fanal encendido que nos procure guía y consejería, pueden inhibir en gran medida la voluntad de transformación del aspirante. Nadie debería renunciar a los frutos de la adversidad sólo porque maduren con el tiempo y en condiciones extremas. Un error recurrente en esta configuración es situar la responsabilidad de nuestra adversidad en voluntades ajenas, en otras personas e instituciones. Lejos de ser este el método correcto de estimar la causa de nuestra actual dificultad, constituye un indicio de soberbia espiritual, de falta de visión interior y de humildad. Las fuerzas que desencadenaron esta fase depresiva dentro del proceso mayor son de toda responsabilidad del que la sufre. Las insondables regiones del Karma, que evocan eventos y conductas mentales y factuales del pasado, sólo pueden ser asumidas y vividas en la actualidad y bajo condiciones de menor exposición al error. El presente es, particularmente, una síntesis y demostración de los procesos de la destinación encapsulados en nuestra última encarnación. Corregirse es más sabio que quejarse.
4) Como el peregrino que recorre las insondables rutas del Destino, como el héroe solar de Occidente, Hércules, la adversidad cobra rostros y facetas inusitadas. Sólo que en su aspecto central se trata de una prueba sui generis, cíclica y potencialmente fasta, especialmente en la medida que el peregrino no se confunda con su mundo emocional; con las reacciones y sentimientos de temor y encono que cada formación enemiga evoca en su esfera emocional. Los principales monstruos y hostigadores tienen su contraparte en nuestra aura y en nuestro mundo de deseos, y es allí donde se debe entablar el combate, el combate del Guerrero Solar, el Yo Superior. Sólo una mente potenciada e iluminada por la fuerza y la voluntad de los principios superiores obtiene progresos lentos pero seguros. Entonces las hazañas internas se suceden y se toman su tiempo hasta emerger en proezas públicas de alcance colectivo.
5) «He llegado a la cumbre de la montaña. No puedo avanzar. Un abismo se abre ante mis pies. ¿Conocí la montaña por haberla ascendido? ¿Cabe el conocerla en su descenso? Volver por donde uno ha venido hasta la ermita en la ladera. Y esperar que las nieves pasen, las nubes escampen y florezca el borde del sinuoso camino».