1) Nuestra esfera pasional, el mundo de nuestros deseos y emociones se halla especialmente fortalecido. Del mismo modo, la fuerza de la razón gravita intensamente. De modo que en nuestra constitución interna se establece un fuerte antagonismo, entre dos aspectos naturalmente polares que ahora se encuentran singularmente potenciados. Esta condición en que las polaridades no son afines (complementarias) y se encuentran extremadamente potenciadas, trae aparejado un campo psicológico propicio para la fragmentación y la experiencia continua del estado de crisis. Las fuerzas polares están especialmente subrayadas en nuestra naturaleza, de allí que se requiera de un cambio de orientación o polaridad para alcanzar a subyugar las pasiones del ánimo. En estas circunstancias, tu Misión en la vida es aprender a someter tu mundo pasional, tus deseos y emotividad, bajo el imperio de la luz de la razón. El tipo de luz racional o de fuego interior que debe reinar, tiene que ver con la noción de Fuego Solar, la energía que le es propia al alma. Desde el plano de la mente intuitiva o mente espiritual debe irradiarse el poder sustentatorio de la nueva estructura psicológica. Una nueva estructura y condición energética que nos permita, de momento, alcanzar nuestros primeros pequeños grandes logros. A saber, cierta pacificación del campo emocional y la subsiguiente apertura de un espacio mental, cuya disponibilidad nos pueda proporcionar la dosis de ecuanimidad y preclaridad suficientes como para comprender la existencia y sus desafíos desapasionadamente.
2) Momento de división psicológica. Estamos ante el numen del hombre fragmentado entre deseos y pulsiones primarias y una rica vida racional. Se trata de una instancia de estériles esfuerzos mal orientados y de escasos resultados. Estas condiciones indeseables podrán cambiarse drásticamente, en la medida que pongamos nuestra voluntad más firme en doblegar el mundo de deseos y procuros, así como la ansiedad y la búsqueda de sensaciones y de excitación. Se trata de privilegiar una poderosa influencia mental que re ordene las fuerzas en litigio y permita el restablecimiento de una firme atalaya, desde la cual el alma pueda supervisar el avance de su personalidad por el mundo. Momento de especial emergencia en que sólo se pueden alcanzar esos cambios de forma gradual y persistente.
3) Una inclinación a la mundanalidad y la constante represión y expresión de los deseos producen el efecto indeseable del refrenamiento forzoso, que deja serias secuelas en la vida y en los centros energéticos de la persona en cuestión. La curiosidad y excitación ansiosa por dar satisfacción a los apetitos de los sentidos, es en esta configuración una fuerza poderosa contra la que se debe ejercitar el mayor autodominio. La tendencia a traducir el antagonismo interno en formas de relacionamiento conflictivas, oscilando entre la retracción y la cólera, supone que las fuerzas en choque dentro de nosotros no encuentran otra válvula de escape mejor que explotar en el mundo de nuestras relaciones. Así, el tipo de contactos que emprendemos está generalmente inficionado por múltiples características de rispidez e irregularidad, como resultado de arrastrar hasta el plano interpersonal nuestras sombras internas. ¡Cuidado con caer incautamente ante las múltiples voces o yoes, los complejos psíquicos! Se requiere de mucho cuidado en estos momentos y, por sobre todo, de esclarecemos a nosotros mismos acerca de nuestros verdaderos objetivos y de los medios genuinos para alcanzarlos.
4) Se requiere de un fuerte trabajo de invocación al Maestro Interno, solicitándole Luz y Energía para alinear correctamente nuestros vehículos de consciencia, bajo la brújula y orientación del espíritu director. Una vez alzado el mástil, llevar el pendón de nuestras metas a la altura y dejar que el constante viento de la esfera del alma module los movimientos en la vida. Investiga sobre el tema de las polaridades en la obra inspirada por el Instructor Tibetano, Djwaal Khool, así como en las notas de Madame Blavastsky sobre este aspecto del trabajo del discípulo. Se trata de que aprendas a alinear tus vehículos internos con la luz superior y la energía armónica de la mónada (el espíritu individual). Debes terminar con el campo de batalla interno, con la lucha sin sentido entre la mente y las emociones. Procura, por sobre todo, adquirir esa calma de ánimo que nada perturba, y en medio de la lucha mantente en pie, con la convicción más plena en el definitivo triunfo de la Luz.
5) «No puedes seguir a dos señores todo el tiempo. Apártate del señor que pasa sus horas libando junto a las aguas del lago. Acércate al señor que estudia a su pueblo y lo rige con mano firme. Aprende a escoger a tu señor. Con el tiempo tuyo será el señorío, y tu pueblo, tu mundo personal, te obedecerá como ahora obedeces tú a tú legítimo señor».