La energía de las líneas Yang, líneas continuas, es siempre ascendente, en tanto que la energía Yin, líneas partidas, es siempre descendente. De allí que se haya relacionado a unas y otras con animales y fenómenos de la naturaleza, cuya actividad está claramente orientada hacia la construcción, creación o crecimiento, o hacia la desconstrucción, destrucción, mengua y decrecimiento. La naturaleza destructiva no la dan por sí mismas las líneas sino sus relaciones. En algunos casos una línea yin es altamente favorable y potenciadora de la creación, debido a su posición, y en otros casos, una línea yang es altamente desfavorable y detonador a de la disipación.
Este estudio de las relaciones internas de las seis líneas que constituyen un hexagrama es especialmente apasionante y deja en evidencia el carácter mutante de todas las líneas en última instancia, ya que aunque en su aspecto ideal sean benignas o negativas, en su desarrollo vivo y dinámico pueden transformarse en lo contrario. De allí el aserto taoísta de que el Yang en su extremo es Yin y viceversa, o como dice la tradición sapiencial en el Tao te King: el exceso de bondad lleva a la maldad, el exceso de maldad desencadena la reacción del bien. En consecuencia, la ley fundamental de mutación debe ser designada mejor como Principio de Permutabilidad de las fuerzas concurrentes en un evento o circunstancia personal.
Por otra parte, depende de la decisión que uno tome y de la conducta que siga, el que se genere un cambio benéfico o negativo. Y en esto el ejercicio consciente del libre albedrío y el discernimiento y de la voluntad al bien son esenciales para determinar una vida de plenitud o una vida de pillaje moral y material.
Naturalmente, la plenitud moral requiere de mayor abnegación, cultivo de la sinceridad y de la rectitud, de la constancia en el bien y del discernimiento, y la Vida pone a prueba permanentemente al individuo para que en medio de la adversidad refuerce sus compromisos éticos. Del mismo modo, la vida egoísta y acumulativa puede llevar a la abundancia de bienes materiales y goce de los sentidos, pero el desastre está anunciado en la medida que el oportunista mundano no rectifique sus acciones y deje de conducirse por la lógica de que al obtener todo lo que desea está haciendo lo correcto.