1) Como complemento del hexagrama anterior, en éste las relaciones del influjo se desdoblan positivamente: ahora el aspecto voluntad espiritual está en la cumbre y gobierna, o debe gobernar, a los aspectos subsidiarios de la personalidad. De la misma forma como los cuerpos celestes conservan sus órbitas y en consecuencia alumbran con su propia intensidad, el hombre superior encuentra en la observancia de la ley moral y espiritual el sentido primero y último de sus actos. Se extiende y abraza la extensión con la energía concentrada de su voluntad. Tu Misión en la vida es adquirir este dominio superior, proveniente de la fuerza de la Ley (tu alma espiritual, en última instancia); esa concentración, diestro manejo y administración del Tiempo (psicológico y físico), que te sitúa en la línea de mando del gran cortejo de la vida. Señalado estás para ofrecer tu especial influencia y subvenir por las necesidades espirituales de muchas personas. Misión de vida expansiva, que sólo conoce los límites de la temporalidad y de la impermanencia de todas las cosas.
2) Momento de consolidación de los niveles conscienciales y energéticos de tu constitución interna. Visto con perspectiva superior, se ofrece en este cuadro la enorme oportunidad de comenzar a desarrollar positivamente la voluntad del alma, a través del poder de la concentración, del ejercicio de la respiración rítmica, y de la energía dinámica del pensamiento puesto en acción. El autor entiende que todo lo concerniente a la retención del aliento (pranayama) debe ser postergado hasta el momento en que un instructor avezado entre en contacto con el consultante. Se trata de prácticas no inocuas, que pueden despertar percepciones psíquicas o provocar desórdenes de los que muy difícilmente se vuelve … Instancia de vida en que la regularidad en la aplicación de la ley moral y mental, alcanza un grado de excelencia extremo, dignificando al individuo, y confiriéndolo una influencia determinante sobre sus congéneres.
3) Una primera dificultad surge ante el exceso de imponencia resultante de la evidente impronta que dejamos sobre los otros. El abuso de poder y la manipulación de las débiles voluntades de los que se ponen en nuestro camino, aun cuando fueran resultado de una apreciación desesperada de lo poco vitales y resolutivos que son los hombres, no hace más que exponernos a una cruel y ominosa caída. Ningún boato u ostentación nos procurará una mejor capacidad de influir positiva y creativamente sobre los demás. Si estamos destinados a supervisar las acciones que emprendan los hombres y las mujeres de nuestra comunidad, deberíamos prevenirnos con suma cautela y cuidado de este tipo de excesos, por otro lado, absolutamente habituales en los vínculos corrientes entre las personas. Vínculos en que la nota dominante es el sometimiento de las fuerzas recesivas o débiles por parte de las proactivas o superiores.
4) Constancia, dedicación, regularidad en la práctica, desarrollo de un espíritu magnánimo y expansivo a fin de neutralizar los empujes egocéntricos que semejante configuración puede traer en forma encadenada, constituyen algunas de las cualidades más deseables. Conocimiento intuitivo de la Ley Espiritual y de la forma en que ella interviene por detrás de todas las circunstancias de la vida. Todo ello puede dotarnos de una suerte de poder de comprensión que nos disponga de mejor manera, de forma más humana y atenuada, para asumir los grandes desafíos que la vida nos pondrá por delante. Se encomia el estudio del concepto Dharma, o Misión en la Vida. Existe una excelente disquisición sobre el Dharma personal, el que nos es propio y sobre el que tendríamos que concentrar nuestro tiempo y nuestras mejores energías, en el clásico de la sabiduría religiosa hindú, El Canto del Señor, el Bhagavad Gitá. Una obra de la Dra. Annie Besant que lleva ese título. Puedes leer sobre la voluntad y la mente, especialmente en los manuales de Ernest Wood, escritos especialmente para que el aspirante desarrolle armónicamente la voluntad y el intelecto sin fisuras y sin gigantismos.
5) «Torno por esposa a mi alma. Torno por alcoba nupcial la cámara interna del corazón. Soy el señor de la Justicia y mi único imperio es el amor de mi alma, de aquella con quien me uno para siempre».