1) Desde la perspectiva de nuestro tratado, este kua guarda una cierta conexión con uno de los Arcanos Mayores del Tarot, el Ermitaño. Por una parte tiene que ver con la naturaleza de las mónadas, nuestras verdaderas individualidades espirituales, las cuales son «peregrinos cósmicos» incidiendo desde su nivel arquetípico en la expresión de la vida de las personalidades humanas sobre las que influyen. El hombre es por excelencia un peregrino en medio de una travesía en que los dragones y las emboscadas son frecuentes. Bajo esta configuración, el consultante se encuentra en una circunstancia de nacimiento que le hace vivir y conducirse como en un país extranjero, cuyas costumbres y hábitos no puede asimilarse con facilidad. Karma ha situado a esta alma en medio de una constelación de vínculos familiares, de geografías y culturas humanas con las que no tiene un contacto sencillo y fácil. En medio de estas condiciones, en las que debe evitarse la dispersión y el sentimiento de desarraigo, la Misión de vida es mantenerse siempre precavido y reservado, actuar con cautela y sumo cuidado y desarrollar la capacidad adaptativa como recurso más amplio, a fin de integrar los elementos en apariencia hostiles para la vida del alma, y de esa manera sortear las dificultades que semejante cuadro evocan. El sentimiento de exilio -psíquico y físico- es una experiencia que suele desencadenar profundas crisis de desesperanza, a las cuales el consultante debe sobreponerse por medio de la más productiva disposición de ánimo. Desde el punto de vista mistérico, las almas son dioses en el destierro, exiliado s de los feudos del espíritu y esa impresión puede acompañar tu vida y volverse manifiesta en circunstancias límites.
2) Como El Ermitaño del Tarot, te encuentras a la búsqueda de las condiciones ideales en tu mundo moral y mental, en igual medida que en el mundo de los vínculos. Atraviesas frecuentes riachos desbordados (asaltos emocionales) y parajes donde la rocambre y el estiaje los vuelve intransitables. Todo esto como símbolo de la impresión de irse alejando cada vez más de la morada del Maestro, impresión que suele acompañar el tránsito del aspirante bajo esta configuración. Las cosas no ocurren necesariamente de esa forma; se trata de evitar la melancolía y la nostalgia de situaciones felices del pasado y abocarse a los desafíos que nos presenta la existencia, con la mejor disposición de ánimo. Con aquella disposición de ánimo que nos permita asimilamos final y definitivamente a la situación presente, sin abandonar nuestras más altas miras en el Sendero.
3) La temeridad, una ambición desmedida dadas las actuales circunstancias, la oscilación de la energía psíquica que hace que titubeemos respecto al mantenimiento de la firmeza de propósito, todo ello se presenta como reto ante el caminante. El padecimiento de penalizaciones o sanciones morales por parte de otras personas que, por razones kármicas ancestrales, se muestran ahora hostiles e intentan sometemos bajo la prisión y el cautiverio de sus castigos y segregaciones. La dificultad para dejar que la vida fluya y fluir nosotros con ella (fluir, no huir), ante la ansiedad por poner nuestras plantas sobre tierra segura. Todas estas situaciones se pueden despertar al paso del peregrino. Sólo se puede renunciar al error, sólo al error, a través de la superación de todos y cada uno de nuestros errores.
4) Detener nuestro avance ya no es posible. Una actitud no temeraria pero con el suficiente coraje para seguir adelante, a pesar de las dificultades circunstancial es, se requiere y en gran medida, para solucionar los pequeños y grandes obstáculos que se van presentando en nuestra marcha. Abnegación, el prestar y dar atenciones a nuestros vínculos y a la forma en que nos comunicamos y, por sobre todo, el no aspirar a grandes alturas o experiencias límites, constituyen estrategias saludables y liberadoras para el consultante. La peregrinación ha de transitar por la zona más heroica en algún momento. Uno se habrá de enfrentar a sus propios miedos y negatividades, a su Sombra, y tras la batalla en la que debe luchar el Alma Espiritual, el Yo Superior y no el hombre de carne, la completa comprensión del misterio de la existencia se recibirá como premio y coronación de todos los grandes empeños. La constancia es la llave maestra.
5) «Arrastro mi larga sombra por el mundo al que no pertenezco. Vengo de otro reino, reino de gigantes y de nobles corazones. Pero ahora recorro este camino sinuoso con rumbo incierto. He de poner mis miras en la Luz del horizonte. Me guiaré con la parca luz de mi candil, con el imperio de mi bastón y con la intuición de mi alma, que me permite encontrar las señales del Recto Camino en cada cosa que se cruza por delante de mis pies»