1) En algunas existencias se requiere de la realización de un trabajo preparatorio, de manera consciente y regular. Una cierta disciplina que aborde el adiestramiento y el auto cultivo de una manera rigurosa pero suave, persistente, capaz de dotar con el tiempo al aspirante con las características morales y mentales requeridas para avanzar en el Sendero Espiritual. Tu Misión de vida tiene que ver con la constancia y regularidad en ese acto preparatorio. La vida se presenta como un encadenamiento de oportunidades en las que siempre es necesario adoptar una posición defensiva y proteger de cualquier ulterioridad nuestras circunstancias existenciales, ante el hecho de que apenas se puede contribuir positivamente a la perfección de los detalles. Este concepto abriga la razonable expectativa de que con el tiempo surgirán oportunidades mayores y aún espléndidas, en la medida en que hayamos elaborado nuestro entrenamiento y preparación a plena cabalidad. La Misión de vida es aún más significativa, puesto que, todos los aspirantes están siempre en tren de preparar, predisponer, labrar la tierra y dejarla en condiciones para el plantío y la posterior cosecha. En términos simbólicos, aún no llegó la gran oportunidad, pero es necesario preparar el camino.
2) Tal vez te sientas defraudado porque la vida te imponga prestar atención a las cosas que todavía consideras pequeñas, a las manifestaciones en el campo de las relaciones que requieran de detalle y minuciosidad. Ten presente que refinar las cualidades minimalistas en nuestra mente y en la acción, son pasos previos ineludibles para alcanzar responsabilidades mayores, las que sólo sobrevendrán si el discípulo se perfecciona y se perfila como candidato para recibir tareas cada vez más importantes. La acumulación de pequeñas tareas preparatorias, preliminares, la observancia del detalle, en previsión de tiempos mejores y más prósperos, no es una empresa menor. Es difícil realizarlas cuando en nuestro interior la fuerza irresistible del crecimiento parece demandar otro tipo de acciones. Depende de ti domesticar esa fuerza interna, calibrarla, para que sea efectivamente la misma fuerza impulsora en la acción del detalle, en el cuidado del pensamiento y la palabra y de todo momento de actividad. Para las personas influyentes tu acción se transformará en la demostración palpable de tus cualidades y con el tiempo te proporcionará mayores ocasiones de crecimiento a través de la práctica del Servicio.
3) Probablemente la urgencia por pasar a la acción de una manera decisiva en situaciones y desafíos mayores, la infatuación de creerse exaltado para trabajos trascendentes cuando en estos tiempos apenas puedes visualizar las nubes abundantes que se levantan sólo como promesas de lluvia. En estos tiempos, lo que es importante considerar como dificultades son: nuestra propia arrogancia, nuestro impulso ciego a la acción, nuestra ingenua necesidad de ocupar un rol de destaque, nuestra búsqueda de logros, de triunfos y de éxitos, nuestra codicia; en suma, pequeñas y grandes miserias. Sobre ellas se trata de trabajar con constancia, asiduidad y regularidad, aplicando el rayo de la consciencia a fin de barrer por completo la íntima morada del alma y dejarla resplandeciente para cuando deba recibir la luz de lo Cenital.
4) Con sencillas palabras, con amabilidad, por el poder de la persuasión, por el encanto de la verdad en nuestros labios y en nuestro corazón, se pueden obtener resultados maravillosos. Esta época de acción penetrante en lo pequeño requiere de un refinamiento no exterior ni público, en un nivel muy profundo, con un sentido de las proporciones, de la delicadeza y vulnerabilidad de las relaciones humanas, que para el trabajo de preparación se hace necesario aplicar con una gran fuerza interior, un espíritu concentrado, que con el tiempo se manifestará en acciones cuya envergadura aún no puedes conocer ni siquiera intuir. Las cualidades a desarrollar son de carácter artesanal, como la dulzura en la expresión, la capacidad de persuasión, la actitud amistosa, la confraternidad, el auxilio y servicialidad hacia los demás. Tienen que ver con ofrecer nuestras manos hasta tanto no se nos pida nuestra inteligencia; con ofrecer nuestra inteligencia hasta tanto no se nos pida nuestra sabiduría, y de ese modo emprender la ruta por la senda estrecha y no inmediatamente exitosa, seguros de que, en la medida que cumplamos con nuestro deber, advendrán oportunidades en que la fuerza no será ya dirigida a la contención y al refrenamiento, sino a la plenitud y a una expansión mayor.
5) «En el pulido de la pequeña gema está el secreto de la belleza. En el pulir cuidadosamente el carácter de los pequeños de la casa, está el secreto de la familia y del clan. En el ensayar un pequeño rictus en la sonrisa de nuestra boca, comienza el camino que conduce al contento y a la dicha trascendental”.