1) Como consecuencia de tus acciones, en esta o en pasadas existencias, has de jugar el papel de instrumento de la Justicia (Karma). El sentido más profundo de esta misión tiene que ver con asistir conscientemente a las penalidades y limitaciones presentes; someterte al juicio de la Ley y servir de medio para que la Vida se redima a tu través. En tu vida se presentarán una y otra vez ocasiones en las que deberás aplicar toda tu energía a fin de erradicar las simientes del error y toda propensión corrupta. No puedes nunca masindultarte en estos asuntos de la vida del alma: como instrumento del ser espiritual procede que penetres sobre la causa de la maldad (en ti) y la erradiques con la fuerza y la determinación que un discípulo ensaya, a fin de prepararse para las instancias de la vida en que, ya libre de toda rémora y contenidos indeseables, esté libre para emprender acciones de mayor responsabilidad. El éxito en la acción vehemente y justa es seguro.
2) Es este un momento especialmente crítico de tu desarrollo y tiene que ver con la necesidad de imponer sanciones coherentes y enérgicas a conductas (propias o ajenas) reprensibles, y volver a poner proa a puerto. Momento de recapitulación de experiencias ancestrales de regresión moral, las que ya no pueden permanecer por mucho más tiempo gravitando sobre tu vida. Es hora de que actúes con la energía del juez más justo y a la vez más bondadoso. La administración de la justicia en tus actos y pensamientos se extiende en esta configuración a la administración de la justicia en tu relación con otras personas. Te verás involucrado en rispideces que requerirán de la asunción de medidas eficaces y tajantes. Alístate en el ejército de la Verdad y procura no extralimitarte ni en tu contra ni en contra de las otras personas.
3) Como se señala, el excesivo uso de la fuerza, el impulso correctivo desatado y gobernado por la esfera pasional, constituyen las principales dificultades de esta parte del proceso mayor. Debes evitar paralizarte ante las injusticias, ya que cuentas con el privilegio de efectuar las correcciones del caso y actuar con una liberalidad y discrecionalidad adecuadas para impulsar las acciones admonitorias. Sólo de esa forma evitarás provocar males mayores y escandalizar en tu propio mundo y en la comunidad. Debes aprestarte a estudiar el concepto de Ley (universal y humana) y discernir entre los distintos grados y niveles de la Ley de causa y efecto (Karma). Sólo se trata de que sirvas como agente reparador, que distribuyas penalidades y castigos de la forma más ecuánime, y que empieces por ti mismo.
4) Se presenta una oportunidad magnífica para ejercer el libre albedrío, el juicio de valores; para establecer demarcaciones racionales en toda esfera de actividad en la que te encuentres involucrado. Insiste en la idea de que las medidas correctivas principian por ti y de este modo te facultan éticamente para su aplicación sobre vidas y circunstancias relacionales. Deberías interesarte por el estudio de la Justa Ley, por ejemplo, a través del libro «Karma y Reencarnación» de la Dra. Annie Besant. Esmérate por impregnarte del espíritu de justicia y equidad. Medita sobre la Verdad y la Justicia, fúndete con esos principios universales y observarás por ti mismo que se abrió un canal y que te pones en condiciones de ejercer la instrumentación de la Ley. Ten presente que sólo los Seres Liberados conocen a pleno la Ley Universal y son la coronación de la identidad con esa Ley. De todos modos, procura sacar provecho de estas circunstancias que te ayudarán a que progreses efectivamente en la comprensión de un universo ordenado y sostenido por leyes y energías divinas, que influyen y supervisan cada movimiento en el gran concierto cósmico.
5) «El juez justo ejecuta la acción decisiva con mano firme pero sin sobresaltos en el alma. El juez ecuánime ejecuta la acción punitiva con actitud de reconciliación y con propósito ejemplarizador. El juez justo es su propio juez y es como la llave maestra del Destino. Piensa todo el tiempo en lo correcto, pone en prenda su propia vida y ejercita el castigo sobre su propia inmoderación».