1) Brilla el arco iris sobre el abismo, bajo el trazado aéreo de algunos truenos y relámpagos. El impedimento mayor ha sido desalojado por las fuerzas de la nueva oportunidad. Aun cuando subsistan inquietudes y preocupaciones menores -no podría ser de otra forma-, la situación ha comenzado a dar un vuelco que andando el tiempo se verificará como efectivamente providencial. Dadas estas circunstancias, tu Misión en la vida es recuperar el hilo conductor, el camino antes recorrido en el Sendero espiritual y predisponerte para consolidar la condición moral y afectiva, ahora que la existencia parece ser un campo de flores que retoña tras el frío y la oscuridad. Debes hacerte cargo de los hechos. Se trata de una suerte de regreso con cierto grado de gloria, sólo eso, y ahora tu vida se encaminará razonablemente tras el objetivo superior que tú mismo alcanzaste una vez a visualizar, de una forma desahogada, pero atravesando territorios donde todavía se encuentran impuestas condiciones algo problemáticas. No corres peligros extremos en esta fase de tu viaje heroico, sólo debes precaverte contra la comodidad, el descuido y el desaliño interior, características propias de un período recién inaugurado de distensión y remanentes de un ciclo de opacidad.
2) Se trata de una época especialmente fasta, en que comienzan a soltamos los problemas y los bloqueos que nos retuvieron en el camino. Te sientes liberado de cargas asfixiante s, de motivos de opresión y limitación, y verdea en tu ánimo la colorida luz del Arco de la Concordia: puedes aunar tus mejores energías con la que irradia el alma y procurar para ti como para los otros hombres un marco de relaciones nuevo, enriquecido por tu comprensión más madura y un cierto grado de sabiduría, al evitar el prejuzgamiento de las otras conductas. Has crecido en profundidad, pero no en anchura. De modo que te es más sencillo acoger en tu corazón a los hombres sin brújula que aleccionarlos eficientemente en la dirección de la Verdad. Confórmate con vivir este período con ligereza y sin intentar avances providenciales ni excederte en celebraciones triunfalistas.
3) La memoria psicológica, el aferramiento al pasado, el apego a personas y circunstancias rumbosas, el vivir anclado en épocas que nos dejaron una marca emocional que deberíamos disolver precisamente ahora que está bien auspiciado todo esfuerzo en esa dirección; todo ello se atraviesa en nuestro camino. Ante estas circunstancias, en algún momento el aspirante se encuentra bajo una nueva luz y puede incurrir en el error de atribuirse una estatura moral y espiritual a la que aun no accedió por completo. Toda actitud ufana y presuntuosa, la crédula infatuación, la inflación del yo, son secuelas naturales de un estado de cosas en que la vida nos permite cierta movilidad y confortabilidad. Esta es la base de cierta peligrosidad que subsiste (como lo muestra la construcción del hexagrama), y que puede extraviarnos en el recto camino.
4) Anímate a vivir con naturalidad y agradecidamente. Aquella conducta que los hombres llaman normal, pero que también juzgan ejemplar, al menos hasta cierto punto vendrá hacia ti, directamente y en tu búsqueda. Resolverás situaciones con la dinámica de la justa oportunidad y adquirirás el vuelo y la experiencia necesarios para compartir tu parcela de sabiduría -incipiente expansión del alma-, con los otros hombres. Sabrás excusar, si no perdonar, a los que infringen la ley moral, sabedor de que bajo las condiciones de la existencia condicionada las almas se ven envueltas en las redes de Maya, de la ilusión y el espejismo del mundo, y la ignorancia de su naturaleza real. Estudia por sobre todo el Kriya Yoga, el Yoga Preparatorio en sus nobilísimas y útiles prácticas morales. Se trata de una vertiente de la Tradición Yoga cuya práctica exhaustiva constituye casi un Yoga Real, pues conduce al aspirante progresiva y seguramente por el camino de la perfección, ligándolo con su centro de Luz, y volviéndolo un individuo coherente y diestro en el manejo de la fuerza moral y de los tiempos de la mente.
5) «Pasó la tormenta sobre mi cabeza. El viento comienza a secar mis ropas. Llevo el cabello cargado de chispas. Pero el frescor me renueva. Y casi advierto el arco iris adelante. Como una puerta desde la que se accede al mundo del color y del gozo. Sólo es posible atravesar esa puerta mientras se mantenga la atmósfera de gozo. La oportunidad viene una vez y no se repite. Lo que hay luego es otra tormenta y un nuevo arco iris».