1) En ciertas circunstancias se hace indispensable proceder a imponernos severas restricciones. Por una parte, a fin de ahorrar o administrar nuestra energía psíquica, que corre riesgo de desbordarse y dejamos indefensos y desprovistos de contención. Por otra parte, porque bajo esta configuración nuestro mundo emocional se presenta como una esfera de peligro, por lo cual se hace necesario proceder a poner vallas y limitaciones al flujo de deseos y sentimientos que amaga permanentemente con desbordarse. Se trata de una Misión de vida en que el consultante debe ir al encuentro de su Dharma personal, del objetivo directo y particular que su vida tiene, del Deber. Se halla especialmente señalado el esfuerzo constante y consciente tras el cumplimiento del deber. Para ello se hace necesario una seria y persistente investigación acerca de lo que representa la virtud y la práctica del bien. Como en todas estas configuraciones en que la fuerza del Karma acumulado se presenta de forma restrictiva, se requiere de una profunda abnegación y entrega a los valores superiores y de una espontánea renuncia a los beneficios y frutos de la acción virtuosa. En tal sentido, podría el consultante aprovecharse grandemente de la lectura y estudio del Código del Samurai, conforme ha sido diseminado desde Japón hacia el mundo. Las máximas de quien debe autoimponerse limitaciones y control pueden iluminarnos grandemente. La Tradición Oculta encomia siempre -debido al estado de evolución de la mayoría de nosotros- el control consciente de nuestra esfera pasional. Dicho de otra forma: la suave y persistente revista de nuestra esfera de deseos y sentimientos, a fin de que no se desborde y nos arrastre a lo que luego nos traerá arrepentimiento y humillación.
2) Se trata de un período, dentro de tu desarrollo espiritual, en que la práctica de la recta acción y el recto pensar, tal cual puedes encontrar consignado en los mandamientos morales de las Tradiciones religiosas planetarias, son imperativos categóricos. Si quieres evitar deslizarte hacia el error y la comisión del mal, observa tu propia vida interior, administra tus energías y evita los arrebatos y los conatos pasionales. Puedes obtener mucha inspiración del estudio del Noble Óctuple Sendero tal cual el Buda Sakyamuni lo enseñó a los hombres. Procura por sobre todo ser justo y ecuánime contigo mismo, a fin de no poner a riesgo la estructura superior de tu naturaleza, tu futuro y el destino de tus pasos por el mundo. Procura actuar bajo limitaciones conscientes y no por imperio de las privaciones del destino, puesto que de la disciplina de vida surge la libertad interior en forma ampliamente compensatoria, y sólo experimentando con la disciplina de la libertad un hombre se vuelve sabio.
3) El excesivo empleo de la fuerza de voluntad en el acto del propio control, vuelve la vida amarga y la llena de innecesario sufrimiento. No debes estirar las cuerdas del laúd más de la cuenta ni dejarlas flojas. En el primer caso la resistencia natural se rompe, en el segundo caso se presenta la desafinación y la falta de armonía. Por sobre todo basa la fijación de tus propios límites en el conocimiento de la naturaleza ascética de la vida del alma. La llamada ascesis del alma alude a la simplicidad más espléndida en que vive y mora el ser interior. De esa realidad superior la Humanidad obtuvo su inspiración para emprender la práctica de austeridades racionales, no de mortificación, ni flagelación, ni castigo. En tal sentido, debes sublimar y transmutar tus emociones hacia la esfera del corazón de un modo suave y persistente y no establecer represiones ni anestesias. Todo ello podría provocar fuertes implosiones en el continuo psicológico y des -encadenar profundas crisis en tu estado de salud emocional y mental.
4) Como se señaló, es necesario identificar con claridad nuestra Misión de vida y cultivarla de una forma saludable y siguiendo métodos saludables. El refrenamiento forzoso y el castigo no son métodos sensatos. Existen además apetitos naturales, sencillos, sanos e incuestionables, que deben tener lugar en nuestra experiencia. Sin la satisfacción de los apetitos naturales fundamentales, el hombre común caería en la enfermedad y en la congestión psicológica. Las mejores cualidades que se ponen de manifiesto en este ciclo son las que hacen a la práctica de las aptitudes superiores. Observa y estudia la tradición Mahayana del Buddhismo y en especial sus Virtudes Prajnaparamíticas. Puedes obtener inspiración sobre ello de la lectura del opúsculo «La Voz del Silencio» de Helena Petrovna Blavatsky.
5) «Cuento los nudos de mi bambú para establecer mis economías. Ahorro la demarcación y el límite de mi tallo de bambú. En él están prefigurados los centros de energía a lo largo de la columna vertebral. Trabajando sobre cada nudo con pureza de propósito y gran concentración, el bambú me sirve de bastón para la marcha y de vara de toque para los cambios. Mi bastón es también el bastón de mando, al que me someto alegremente, puesto que simboliza el cielo como límite racional para la expansión de la energía que fluye en mí».