1) La montaña reposa sobre la tierra. Cuando es angosta y muy empinada, habrá de derrumbarse. Sólo ensanchando su «base», puede un hombre en estas circunstancias edificar su futuro y consolidar su presente. Tu Misión en la vida es ensanchar tu base moral e intelectual a fin de adquirir nuevos y más idóneos instrumentos, éticos y sapienciales, que te permitan sostenerte en medio de cualquier circunstancia de adversidad. Has de estructurar tu vida psíquica de acuerdo a las premisas y técnicas recomendadas por la Tradición. En principio monitoreando y regulando tu mundo emocional y ampliando la base de sustentación para la verdadera vida, por medio del estudio, la meditación y el servicio. Vida de preparación y de obtención de fundamentos nobles y duraderos. Vida que requiere de cierto plan, en tanto no debe emprenderse la práctica ética y el estudio sin un norte. Vida de docilidad y entrega y de abnegación para enfrentar y sobrellevar las condiciones desafiantes que, especialmente en la medida que no se ensanche la base de sustentación, conocerá de derrumbes existenciales y de continuos encadenamientos a sentimientos de vacío interior y desorientación.
2) Te encuentras ante un desafío semejante a un gran punto de inflexión en la cadena de tus existencias. Ya no puedes postergar la toma de posición sobre el nuevo orden moral que es necesario como el pan y el agua para el auto-sostenimiento. No puedes evadir los retos y obstinarte en darle la espalda a las demandas de tu alma para pasar a la acción. Puedes investigar en el concepto «crisis», en las obras de Alice A. Bailey.
3) Particularmente una tendencia al decaimiento moral y vital, a la pérdida de fe, de norte. Te puedes sentir inclinado a abandonarte como una hoja en la tormenta, a dejar que los retos continuos socaven tu entereza e integridad. En la medida que le des lugar en tu vida a una visión esperanzada y con cierta perspectiva superior, impersonal y no restringida a un período de tiempo determinado, sólo en esa medida podrás encarar las dificultades emergentes de este cuadro existencial. La impresión de vivir bajo amenaza debería ser sustituida por la noción «vivir bajo demanda», es decir, reconocer que estamos siendo puestos a prueba por nuestras almas a fin de que nos retemplemos y maduremos convenientemente. Las luchas del Camino exigen un discípulo consciente, abocado a su propio cultivo, y que haya encontrado en la atmósfera interna el puente de luz que lo une con su alma. Un discípulo que se re constituya -la Montaña del Espíritu, desplegando sobre el escenario de su existencia una base amplia y de largo aliento.
4) Debes descansar sobre la ancha plataforma de la veracidad y del control de tus estados emocionales. No puedes permitirte que las adversidades momentáneas te arrastren cuesta abajo. Ya conoces lo empinada que es la pendiente, puesto que con esta configuración en la Rueda de los Acontecimientos, debiste caer desde la pretendida altura una y otra vez. Ya conoces que el montañista se «teje en la montaña». Como el montañista, has de desarrollar la magnanimidad ante los hombres, la condescendiente y consciente escucha de los hombres; la generosidad y amable interés por los problemas de sus vidas. Y esto sólo puede brotar de un corazón purificado por una vida limpia; por un corazón que lleve hasta los lindes de lo imponderable el requisito esencial para el discípulo: una vida limpia. Esta purificación fundamental, en todos los niveles (físico, emocional y mental), constituye la base de la pirámide del desarrollo sostenido. Pon tus cimientos sobre la tierra limpia y hazlos de material impoluto. En eso reside el secreto de los secretos, el Arte eximio de la Vida.
5) «Abre tus piernas. Monta sobre el arco iris. Llevas el calzado limpio y el morral abierto. Tuya es la faena de los astros que ascienden desde el horizonte. Como los astros que se elevan, debes alcanzar la estabilidad de la tierra y la movilidad del espacio».