1) La vida te ha puesto .en una circunstancia tal en que debes desarrollar la sana expectación, la correcta forma de esperar. Ten presente que la fortaleza de ánimo, la abnegación, la constancia y la dedicación, con una actitud de vigilancia y atención consecuentes ante las vicisitudes de la vida, tarde o temprano te allegarán aquel aspecto, aquel elemento que requieres para obtener nutrición espiritual, fundamento e instrucción. Tu Misión en la vida es la de aquel que vigila y aguarda a toda hora, noche y día, de manera firme y persistente, la oportunidad que se presentará como una luz, una señal, tarde o temprano. Esta oportunidad vendrá hacia ti y pondrá a tus pies la fuente de la que manará la inspiración que tu alma urge para atravesar la aparente valla de la quietud y de la inercialidad de los hechos. Sentirás que la espera valió la pena y que la abnegación y el trabajo silencioso de sana expectación, dieron sus frutos.
2) En este momento no debieras abrigar falsas expectativas acerca las cosas, ni presionarlas para que se desarrollen con celeridad. Por el contrario, muéstrate atento, estable y en actitud de expectación, puesto de esa forma las cosas advendrán a ti y conseguirás situarte en el camino de la Fuerza, evitando desgastarte inútilmente por la ansiedad y la duda. En todo momento, la Vida, ante alguien que es dócil y fiel, vigilante, proporciona inspiración, nutrición, alimento para el alma. En estas circunstancias deberías abocarte a la práctica de la introspección, a madurar internamente. Si la Vida te puso en circunstancias tales, no es sino para que resurjas luego, cuando la movilidad de los hechos se manifieste de otra forma, de una manera más sabia y comprensiva, y para que estés en aptitud de alcanzar las metas que, ahora, en la oportunidad de tu consulta, no son viables. El discípulo se encuentra en muchas ocasiones con el gran silencio del alma, solo, como abandonado. Es entonces que debe una y otra vez intentar penetrar la bruma estable, la nube baja que anubla la visión interior, y recobrar el hilo de luz que lo conecta con su alma.
3) Corres un cierto peligro, el cual está en relación directa con la precipitación con que actúes. Ten en cuenta que la constancia, la perseverancia, el mantenerte firme en el Camino -a pesar de que los tiempos se hayan enlentecido y te parezca que nada ocurre y que se acabarán para ti las oportunidades-, ten ahora en cuenta que aquellas virtudes son cualidades inestimables. Los momentos se dan en un circuito tal que en algunos la opacidad y el silencio parecen cubrirlo todo, y en otros la excitación y el vértigo nos gobiernan por completo. Esta es una ocasión especial para que aprendas a fortalecerte y para que tu buen espíritu y buen ánimo se renueven. Ten presente que este es sólo un momento, algo pasajero, y aprovecha de este tránsito para resurgir luego renovado, retemplado y más maduro; puesto que son circunstancias como estas las únicas que nos ofrecen la posibilidad de la reflexión, la introspección, la indagación, el auto-cultivo, experiencias todas que te renovarán para la vida espiritual.
4) Se dice en la Tradición que la expectación vigilante, la actitud de alerta atención, es crucial para que el aspirante alcance a percibir las señales que la Vida (el Alma del Mundo) pondrá en su camino a fin de que pueda encontrar el rumbo, la dirección y el significado de las cosas por sí mismo, como debe ser. En estas circunstancias no creas que por haberse detenido – aparentemente – el movimiento de los hechos, no aparecerán ante ti señales, signos, no surgirán elementos que traigan consigo ilustración e instrucción apropiada para tus siguientes pasos. De modo que las aptitudes y cualidades que debes desarrollar están en directa relación, en éste como en todos los casos, con la alerta atención, la observación cuidadosa, la expectación no urgente, la actitud de vigilancia, y con que acuerdes con los tiempos de la vida. Porque ten presente que sólo lograrás manifestarte a pleno cuando tus tiempos armonicen con los tiempos del mundo.
5) «En la casa del pueblo la misión del monje es esperar la fortuna en el cuenco. En el templo la misión del monje es distribuir el alimento que trae la verdadera fortuna a los hombres».