1) Momento en que aparece señalado el aprovisionarse de la más rica y fecunda información e inspiración, provenientes de las fuentes genuinas y tradicionales, ya acuñadas en la esfera religiosa y filosófica como mistérica. En una palabra: dar lugar a la incorporación de «alimentos «para el alma que colmen sus necesidades, y a la vez y a continuación, atender las necesidades y los apetitos urgentes de los hombres de la comunidad. Tu Misión en la vida consiste en este doble significado puesto en marcha. Por un lado estás destinado a obtener la pista del alimento espiritual de primera mano, por el que otras almas darían sus vidas, de modo que emprende ya la búsqueda de la inspiración y organiza tu existencia. Por otro lado, ofrece tu aprovechamiento del referido alimento espiritual a los demás, con el fin de nutrir a las almas -y a los cuerpos- de tus semejantes. Misión de vida que proporciona los medios y la coyuntura kárrnica adecuada para ejercitarse en el auto-entrenamiento, el auto-cultivo y el desarrollo armonioso de la mente espiritual, así como de toda la gama de las emociones más nobles y puras, entre las que destaca sobremanera el amor, la compasión.
2) Se trata de una situación en que urge prestar atención a todo circuito de las palabras. Es necesario elevar la fuerza anclada en los centros de energía personales, particularmente el centro de la gestación física y desplazarlo por la calidad de la vida emprendida, hacia el centro laríngeo: residencia del don de la palabra y de la expresión, el centro de la generación intelectual. Es la palabra el instrumento expedito para el discípulo que anhela colaborar con la Causa de la Jerarquía Planetaria. Vivir la palabra con la solemnidad y la reverencia que requiere su misterio -el del Sonido Original- y disponer de todos los medios mentales y gestuales para darle marco propicio. La alimentación por la palabra escrita, ya que no la audición de la consejería de los sabios, es el primer paso. Una vez que se alcanzó la estatura de comprensión y pragmatismo que las actuales circunstancias exigen, entonces ofrecer a los demás hombres el alimento suficientemente procesado y elaborado como para que no se «indigesten» ni lo desprecien antes de probarlo.
3) Una vida de desaliño en el plano de las ideas y de los hechos. Una falta de entrenamiento con el estudio y la meditación. El prejuzgarse como careciendo de las condiciones necesarias para esas actividades y de esa forma cerrar el camino para que un nuevo vocero del Plan -tú mismo- formule su peculiar visión de la enseñanza, conforme a su peculiar esquema de comprensión; tales negaciones constituyen severos obstáculos en este tramo del Camino. Está dicho que todo discípulo debe conocer en qué momento de su experiencia como alma se encuentra, sobre «quién» está parado, el nivel de desarrollo alcanzado. Muchas veces los aspirantes no se ofrecen la oportunidad de registrar ese nivel, desde que se rehúsan a estudiar y compartir los frutos de su comprensión. En la medida que se viva una vida plena y pura, la Sabiduría afluye al corazón del devoto y lo bendice, y bendice a todos los hombres. Y el discípulo conoce intuitivamente que su peregrinaje espiritual se prolonga por edades.
4) Discernimiento y sentido común. Nada que contradiga la más sana y fresca lógica y la razón debe ser considerado como información o instrucción plausible. Debe desarrollar el discípulo la discriminación entre lo aparente y lo real, al comienzo de su travesía de investigación, y mantener esa plomada gravitando sobre todo campo de estudio, siempre. No debe confundirse el «hambre espiritual» con los apetitos personales. Apetitos personales que nos conducen manifiestamente al desorden y nos desarraigan del terreno culto (el sembradío del alma), desplazándonos hasta el erial del error y la vanidad. Los apetitos de la personalidad, sea cual sea la forma en que se presenten, sólo atienden intereses egoístas, deseos de expansión del poder de influir sobre los demás para obtener beneficios personales de ello, y no tienen que ver en absoluto con la necesidad del alma humana por desarrollarse en la Luz y la Inteligencia.
5) «Tienes sólo semillas de mostaza. Pero aún no has elaborado la mostaza. Tienes olivas y nueces, pero no has comenzado a producir el aceite. La transmutación del fundamento, de la palabra, en Luz y Poder, en mostaza y aceite, es el trabajo por venir».