1) Como el pozo del que surte agua y que sacia la sed de los hombres el verdadero fundamento de la condición humana ha de buscarse en lo hondo. En la profundidad las corrientes vitales y espirituales manan inagotablemente y es allí donde debe el aspirante hacer su exploración. Sólo profundizando en nuestra ínclita naturaleza de manantiales de Sabiduría y de Luz, obtendremos el fundamento necesario para la vida en el mundo y para nuestro propio progreso en el Sendero espiritual. Tu Misión en la vida es, precisamente, ahondar en las raíces, en la fuente interna de la que mana toda la verdadera propicidad, la inteligencia y el sostenimiento para tu naturaleza moral y espiritual. Hay una gran posibilidad de que ese intento, en la medida que sea seguido con ahínco y constancia, acabe por proporcionarte ricas y crecientes bendiciones, llevándote al descubrimiento de ese manantial interior del que tu mente es una surgente: existe una sola Mente, la Mente Universal, y basta que el devoto aprenda a enlazarse con para que cualquier conocimiento le sea infundido fácticamente. Esa Mente es la hondura de nuestra condición humana, ya que en tanto «hombres» somos los Pensadores, los Hijos de la Mente y está en nuestras manos el poder de sintonizar con tal espléndida fuente de Luz y Sabiduría.
2) Momento de graves responsabilidades. Se trata de percibir las necesidades de estos tiempos y no doblegarse ni detenerse en la búsqueda de la Verdad y del alimento interior. Para ello deben emplearse correctos medios y nunca doblegarse o hacer abandono de la búsqueda en medio del intento. Penetrar hasta las raíces de nuestra naturaleza exige de una mente penetrante y de un corazón que conozca intuitivamente el poder del fundamento interior. La Tradición recomienda la práctica del llamado Recuento Pitagórico. Se trata de la recapitulación nocturna o recuento de vida. Consiste en dedicar un tiempo, todas las noches y previamente al sueño, a repasar las vivencias de cada día. Desde el momento en que nos hemos acostado hasta el comienzo de la jornada se trata de visualizar objetivamente cada episodio vivido. De esta forma se agudiza el empleo de la atención y se aplica una forma de observación y acercamiento desapasionado a los incidentes vividos a lo largo del día. Esta visión desapasionada nos permite hacemos cargo, consciente y maduramente, de las faltas y omisiones corrientes. De esa manera nos predispone a la corrección de los hábitos disolutos y fundamentalmente nos inclina a llevar una vida de observación y cuidadoso detalle. Mediante esta práctica ahondaremos en nuestro propio conocimiento y sabremos sobre quién estamos parados. Todo avance en dirección al autoconocimiento es como la penetración de la cuerda en el interior de un pozo de agua: algo gradual que requiere llegar hasta el fondo para recoger la sustancia que nos importa de verdad.
3) Como se trata de un proceso que exige una gran constancia y dedicación, se corre el riesgo de truncar la indagación a medio camino, quedándonos con apariencias exteriores sobre nosotros mismos y sobre los orígenes de nuestra vida profunda. De suerte que inhibir el avance de la consciencia hacia las zonas de sombra, no proseguir metódicamente con la supervisión de nuestra vida diaria, nos puede dejar a mitad de camino, pero infatuados con la noción apenas euforizante de que ya conocemos lo suficiente sobre nosotros mismos y en consecuencia sobre la condición humana. Si uno claudica en medio del camino, sólo magreará sus esfuerzos y se atascará, o quebrará la cuerda que soporta el cubo, y ya no estará en condiciones de obtener más evidencias sobre lo que realmente le concierne.
4) Ante el riesgo de la superficialidad en el ordenamiento interior, las estrategias a seguir en estas prácticas cognitivas tienen que ver con la perseverancia y la completa concentración de propósito en la búsqueda y exploración de nuestra esfera subjetiva. Puedes obtener gran ventaja leyendo la obra de Jiddu Krishnamurti, sus conferencias y escritos iluminados, en los que de un modo radical el instructor indo pasa revista a los condicionamientos que nos mantienen en un estado de mecanicidad y automatismo indeseables. Krishnamurti presenta el tema de la alerta atención de un modo lúcido y penetrante. Encomia especialmente la sinceridad interior, no mentirse ni engañarse con una supuesta superioridad. Por el contrario, el descubrimiento de lo que verdaderamente queremos y somos, nuestro propio conocimiento, resuelve en gran medida el tema de la búsqueda de significados en la vida.
5) «Arrojo el cubo al pozo de agua. La paciencia guía mi mano y la cuerda que desciende. Por sobre todo permanezco atento a la tarea. Me han dado la Misión de alcanzar el fondo del pozo. Es profundo, pero pongo todo mi interés y mi pasión en la faena. Sólo cuando extraiga el agua de las profundidades me será dado asistir al ágape en que se comparte el agua y se glorían todas las faenas de quienes custodiamos el secreto de la hondura».