El arcano de El Mundo, del universo, del cosmos, de la fuente de la naturaleza, del centro del universo, del Anima Mundi (el alma del mundo), recuerda a la diosa griega Gea, Titea madre universal de todo lo viviente y la fuerza nutricia inextinguible y, según Hesíodo, personificación del principio cósmico.
Este arcano, el del principio y la fecundidad, es, quizá, el más positivo y beneficioso del Tarot (de ahí que se llame la «gran fortuna»), ya que contiene la cuaternidad, el número cuatro, en la forma de cuatro figuras (una en cada esquina del naipe) que son alegorías de lo más importante y esencial del mundo: un toro (o buey), un león, un águila y un hombre ángel, es decir, los cuatro reyes del reino animal, ya que el toro es el rey del ganado, el león, el rey de la selva, el águila, el rey de los aires, y el hombre-ángel, el rey de la creación.
Esas cuatro figuras también parecen identificarse con los cuatro seres vivientes de las visiones de Ezequiel y con los cuatro vivientes de la visión del Apocalipsis de san Juan y representan, en conjunto, los principios universales más importantes.
Así, tenemos que simbolizan:
- Los cuatro puntos cardinales.
- Las cuatro direcciones principales de los vientos.
- Los cuatro elementos fundamentales (Fuego, Tierra, Aire y Agua).
- Las cuatro clases de espíritus elementales (ninfas, sílfide s, salamandras y gnomos).
- Las cuatro clases principales de signos zodiacales (signos de Fuego, Tierra, Aire y Agua).
- Las cuatro estaciones del año (primavera, verano, otoño e invierno).
- Las cuatro fases de la luna (luna creciente, luna llena, luna menguante, luna nueva).
- Las cuatro divisiones del día (amanecer, mediodía, atardecer, noche).
- Las cuatro edades principales del hombre (infancia, juventud, madurez, vejez).
- Los cuatro evangelistas (Mate o, Marcos, Lucas y Juan).
- Las cuatro cualidades (frío, caliente, seco, húmedo).
Concerniente a la alegoría de los cuatro evangelistas por las cuatro figuras de las esquinas de El Mundo, hay que aclarar que la tradición cristiana los identifica de la siguiente manera: al hombre-ángel con Mateo, ya que éste comienza su Evangelio con la genealogía de Jesús según su naturaleza humana; al león con Marcos, cuyo Evangelio principia con la predicación del Bautista, «cuya voz resuena en el desierto como el rugido del león» r haciendo resonar los misterios de la vida eterna y del Mesías; al toro-buey con Lucas, ya que es el animal destinado al sacrificio y los sacrificios en el templo señalan el sacerdocio de Zacarías, con el cual inicia el Evangelista su escrito (pero no hay que olvidar que el toro, como símbolo de dios lunar, de animal sagrado de la fecundidad en otras religiones, era sacrificado en determinadas fiestas por los sacerdotes de su culto); y al águila con Juan, ejemplo de fuerza juvenil, que se eleva, al comienzo de su Evangelio, para describir la generación eterna de Jesús.
La tradición relaciona los cuatro animales citados de la siguiente manera:
Toro Lucas Gabriel Tierra León Marcos Driel Fuego Ángel Mateo Rafael Agua Águila Juan Miguel Aire
Pero también hay que tener en cuenta que en el plano esotérico, el simbolismo de dicha cuaternidad parece proceder de los iniciados del antiguo Egipto. Recordemos siguiendo a Paul Christian (Historia y práctica de la magia), que la Esfinge era la clave de lo oculto y de los magos y que estaba formada por cuatro partes distintas: cabeza de mujer, cuerpo de toro, garras de león y alas de águila, las cuales tenían el significado que se describe a continuación:
- La cabeza de mujer personificaba la inteligencia humana, la intuición, el sexto sentido, el profetismo y la voluntad humana que todo lo puede.
- El cuerpo de toro significaba que el hombre, armado de la paciencia, laboriosidad, tesón y sacrificio de ese animal, llega a donde se propone.
- Las garras de león simbolizaban la fuerza, fiereza y sentido de lucha que, a veces, el hombre había de utilizar para abrirse camino o alcanzar lo ambicionado.
- Las alas de águila manifestaban que el espíritu y las miras del hombre habían de ponerse en lo alto, en el cielo, en los dioses, en la elevación de ideas y del espíritu, remontándose con la ligereza del águila, el animal que vuela más alto.