El significado fundamental de la clave de Tarot, numerada con el CUATRO, es la palabra razón; ella es quien vigila y controla, y es la fuerza básica de la energía mental, porque es a través de ella como supervisamos y controlamos nuestra actividad diaria. El sentido de la visión está atribuido a esta lámina, con lo cual, meditando en ella, podremos mejorar no sólo nuestra visión física, sino también agudizar” nuestra visión mental. Toda la simbología de esta lámina nos habla del poder de la claridad del raciocinio.
Antiguamente las casas primitivas no tenían más que una abertura que era, a su vez, puerta y ventana.
La Emperatriz, tiene atribuido en el alfabeto hebreo la letra DALETH, que quiere decir puerta; a la lámina El Emperador se le atribuye la letra HE, que significa ventana o rendija; así, lógicamente, podemos pensar que existe una razón para colocar el Emperador después de la Emperatriz, pues la imaginación es la puerta por la que las imágenes se nos cuelan o nacen, y la razón es la ventana desde la que se deben vigilar y controlar dichas imágenes.
La razón objetiva y madura sólo es posible cuando permitimos a la imaginación barajar todas las posibilidades de obtenerla.
La obtención de regulación y supervisión es el regalo que se obtiene al meditar en esta lámina.
Supervisión es igual a inspección. Todos nuestros sentidos el de la vista es primordial; pues a través de ella regulamos nuestra vida y nuestro mundo (las personas que van perdiendo visión física deberían utilizar esta lámina en meditación y también preguntarse en ese tiempo meditativo qué es lo que no han querido o no quieren ver de sí mismos o de su entorno).
La claridad de nuestra visión determina el curso de nuestro progreso hacia la liberación, y a menos que imaginemos correctamente no veremos realmente. Esto es tan cierto que aun nuestra visión física requiere algo más que el funcionamiento correcto de los ojos y de sus centros cerebrales.
Ejemplo: si, ocasionalmente, un hombre ciego de nacimiento recibe, por un choque o una operación, el sentido de la vista, tendrá que pasar algunos meses aprendiendo a ver. Para él no habrá diferencia entre la apariencia de un globo y la de un círculo. La primera persona que se le acerque le producirá la sensación de crecer a medida que se aproxime. Esto le pasará hasta que su imaginación, basada en otros sentidos, le capacite para suplementar lo que sus ojos le informan.
Todos hemos pasado esta experiencia de no poseer verdadera visión del mundo al cual nuestros ojos se han abierto; pero como aprendimos esta lección en nuestra más lejana infancia, nos hemos olvidado que aprender a ver tuvo que ser lo mismo que aprender a caminar. Deberíamos comprender que la mente es el verdadero vidente y los ojos son solamente sus herramientas, y, como tal, requieren aprendizaje para tener habilidad en su manejo.
Otro atributo de esta clave que vale la pena hacer notar es que se corresponde geométricamente con el cuadrado, numerológicamente el cuatro, y se refiere al mundo de las formas.
La Emperatriz, numéricamente es el tres, que se corresponde geométricamente con el triángulo equilátero, referido a todo lo equilibrado, a todo lo perfecto. La Sacerdotisa es el dos, correspondiéndose con las líneas paralelas; y El Mago es el punto del cual todo parte, así como el Loco es el cero, símbolo de la limitación, que es algo a tener en cuenta por todo iniciado o discípulo al principio del sendero, en el cual es muy importante tener claras dichas limitaciones con el firme propósito de superadas en cuanto sea posible.
Lo limitado rodea al punto. Éste, a través de su propia voluntad, rompe la limitación, saliéndose por la tangente. Quizá para crear un nuevo círculo, una nueva limitación. Así, en círculos concéntricos, las ideas van y vienen en nosotros.
La ley de opuestos pervive en la mente hasta que la imaginación, con su equilibrado modo de hacernos concebir desde distintos ángulos, permite que al fin aquello que se imagina sea razonado para tomar forma.
Curiosamente, en la escuela pitagórica se decía que el 10 era el número de la percepción; observemos que el diez es el número que tiene LA RUEDA DE LA FORTUNA en el Tarot, que es la promotora de los grandes o pequeños cambios; en su numeración primero está el uno, el Mago, símbolo de la voluntad consciente, y después viene el cero, símbolo de la reflexión en la clave del Tarot llamada el Loco; ambos nos remiten al 10, la rueda samsárica o de la fortuna; así pues, la voluntad consciente y la inconsciencia ingenua crean «El Maya», lo ilusorio; será por ello que toda voluntad consciente necesita reflexionar antes de dar forma a lo que quiere construir, y viceversa. Y si nos damos cuenta, desde el UNO hasta el CUATRO del Tarot tenemos el secreto para lograr esa percepción: UNO más DOS más TRES más CUATRO es igual a DIEZ.
Esto es, uniendo la voluntad de nuestro consciente a la sabiduría de nuestro subconsciente, podemos llegar a ser imaginativos y racionales, ya que se dice en la sabiduría oculta, que el Mago y la Sacerdotisa son los principios femenino y masculino del alma espiritual con la que podemos pensar y sentir, mientras que la Emperatriz y el Emperador son los principios femenino y masculino de la mente terrenal con la que podemos crear y lograr.
Debemos reunir a estas dos parejas del Tarot en un matrimonio único. La pareja del Cielo (mente subjetiva), MAGO-SACERDOTISA, y la de la Tierra (mente objetiva), EMPERATRIZ EMPERADOR, deben estar unidas.
La palabra clasificación es el símbolo básico de la clave cuatro, El Emperador nos puede ayudar en el proceso de ordenamiento de nuestra mente; a través suyo podremos controlar las condiciones de nuestro medio ambiente, pero tal control no debe ser la imposición de nuestra fantasía en el mundo circundante en el que vivimos.
Nunca debemos forzar ninguna de nuestras herramientas de percepción, ni a la naturaleza de las cosas a obedecernos. Por el contrario, todo nos sirve a un precio, y ese precio es muchas veces la paciente práctica que hemos adquirido en el uso de cada uno de nuestros sentidos hasta que podamos llevados a la perfección. Debemos ver las cosas como son.
Las palabras deben concordar con los hechos. La razón adviene de un desarrollo de observación exacta, así lo imaginado será verdadero, definiendo condiciones reales. Uno de los más valiosos resultados de la meditación profunda con EL EMPERADOR es que, por su medio, nuestra consciencia se enriquece y transforma, de manera que aprendemos a ver el mundo verdadero que está oculto tras el velo de la apariencia superficial.
Toda liberación, recuerda, es indefinidamente progresiva. Si aceptamos las palabras de seres tenidos por maestros de sabiduría, también tenemos que aceptar sus esfuerzos por conseguir dicho estado; Joshua decía: «Buscad la verdad porque ella os hará libres.»
La sencillez de su lenguaje nos puede hacer ver perfectamente claro que los maestros de sabiduría no tienen pretensiones acerca de sí mismos, y que en lo que difieren de las demás es en su visión holística de todo. Saben lo que hay en cada cosa por haberla encontrado en sí mismos. Hacen fácilmente lo que aún otros no han soñado poder hacer; pero Jesús también decía:
¿De qué os asombráis por lo que Yo hago, si cosas más grandes haréis vosotros?
Los maestros de sabiduría entienden que la naturaleza está siempre a favor del hombre, y ninguno de ellos se engañó con la fantasía de que había que dominada de acuerdo con algún sistema político, económico o tecnológico. Si tú confías tu superación personal a la dirección de hombres o mujeres que no tienen el menor sentido de visión interior, fracasarás sin lugar a dudas.
Los maestros de sabiduría siempre han estado presentes en los grandes cambios de la humanidad precisamente para ayudar y para no permitir que ésta dé al traste con la única cosa realmente verdadera: LIBERTAD. Y la libertad no existe en una naturaleza
dominada, por eso, es importante buscar la verdad.
Hay que ser libres del gran número de incapacidades que afligen a la masa humana, libres de la necesidad de cosas superfluas, libres de la enfermedad, libres del eterno temor de todo y ante todo y, sobre todo, libres de la misma muerte, maldición de una humanidad ignorante que ha tenido necesidad de crear cielo e infierno, bien y mal, Dios y Diablo, porque ha sido incapaz de ver la verdad de su propia libertad.
La clave cuatro, como todas las del Tarot, habla a través de su lenguaje cifrado y pictórico. Y tú conoces este lenguaje en tu interior.
Esta lámina, al meditar en ella, te hablará de una verdad poderosa y confortante; obsérvala, es un Emperador, sentado en su trono, con capacidad de ordenar y mandar; él sólo tiene que pedir para que le obedezcan pero deberá ser un buen regente para que sus vasallos no se amotinen.
Tu razón debe escuchar también a otras razones, aunque ella misma no las entienda; tu razón debe indicarte que es ahora y no en tiempo futuro cuando ella debe regir sobre tus circunstancias y condiciones; no importa lo que puedan ser las apariencias, la verdad es que tu mundo personal es el mundo que tú mismo has creado. Jesús, el Buda y otros decían: «El hombre es lo que piensa.» La opción de pensar es partícula del mundo racional. Un sabio dijo: «Aquellos que remodelan mundos deberán empezar por volverlos añicos.» La clave CUATRO te ayudará a mejorar tu personalidad si eres inmaduro. Meditar en ella reforzará tu poder personal.
La posición de sus piernas en forma de cuatro simboliza a los elementos de los que estamos hechos, nuestra personalidad inferior; sus brazos y cabeza forman un triángulo coronado, símbolo de nuestra personalidad superior.
En el Árbol de la Vida esta lámina se pasea por el sendero que va desde la sefirat CHOKMAH (sabiduría) hacia THIFARET (el sol o corazón del árbol), por lo que se la puede denominar la sabiduría del corazón o del sol.