Una mujer observa atentamente su reflejo en un espejo. Pero como ocurre con el espejo del mundo exterior, tampoco su imagen reflejada es completamente nítida. Tiene que mirar con mucha atención para reconocer y comprender.
El rostro de la mujer tiene rasgos asiáticos, negroides y europeos, lo que pretende expresar que todo está relacionado con todo. La mujer porta símbolos de su fuerza mental: la energía activada de su tercer ojo; la fuerza invertida en la creación es como un remolino de energía.
A partir de su cabeza emergen dos brazos, lo que quiere decir que ella crea con la fuerza de sus pensamientos. Los adornos que lleva en la cabeza simbolizan su gran capacidad de percepción. Las estrellas que aparecen sobre el fondo verde son el símbolo de su creatividad y de los universos internos y externos.
Pero la fuerza mental, la fuerza creativa solo debería ser utilizada para crear amor hacia todo en unión con el mundo divino. Esto es lo que pretenden demostrar la flor de loto de siete hojas que aparece dentro de un círculo morado, símbolo de la perfección, de la plenitud, la integridad, y el corazón que contiene ese círculo de luz.
En el interior de este círculo se puede apreciar un diamante pulido; quiere expresar que la fuerza del chakra está emparejada con la pureza del corazón. Entonces la expresión «mi voluntad» será equivalente a «hágase tu voluntad»; mis actos se corresponden con la voluntad divina.
Pero aquel que quiera ser consciente plenamente, debe reconocer sus lados inconscientes, ocultos. Así es cómo la mujer también ve reflejado en el espejo su lado oscuro, mágico, manipulador (las alas de murciélago), lo cual se expresa en la frase «hágase mi voluntad».
La luna decreciente simboliza a la luna negra, Lilith, a la parte oscura, destructiva, femenina. Ha llegado el momento de enfrentarse con esas sombras escondidas, de reconciliarse con ellas de liberarlas. Se trata de la reconciliación entre el tiempo pasado y el tiempo actual.