Las Velas en Casa

Las velas en casa
Rituales con velas

El propio hogar, la morada de las personas, fue el primer lugar donde en la Antigüedad se iniciaron los rituales mágicos

El nombre «ocultismo» hace referencia a las situaciones en las que estos rituales o ceremonias tenían lugar, y es evidente que en determinadas épocas de la historia el lugar más oculto para proceder a la invocación de los poderes ocultos era dentro de las propias moradas, donde nadie podría descubrir a los magos o brujos en plena invocación de los espíritus considerados por muchos como representaciones del maligno o demonio.

La tradición de realizar las invocaciones al aire libre es posterior, y enlaza con otra tradición también ancestral que propone el acercamiento máximo del hombre a la naturaleza. Es entonces cuando nacen las leyendas, basadas en hechos reales, de las invocaciones a diversas divinidades (dioses del bien y del mal) que tienen por escenario determinadas cimas de montañas, claros ocultos en el bosque, lugares ubicados y estratégicamente dirigidos hacia la situación de determinada estrella o planeta, etcétera …

Sea cual fuere el lugar elegido para la realización de las ceremonias es innegable que, como principal lugar de residencia, la propia casa o morada fue desde siempre uno de los primeros lugares que se quiso «limpiar» o liberar de las influencias maléficas.

Para unas y otras civilizaciones el hogar de las personas era su propia iglesia, su lugar sagrado, y dadas las continuas desgracias que sucedían, el deber de proteger a la familia empezaba generalmente por querer mantener libre de influencias negativas todo el entorno familiar.

Magia en y para la casa

No es posible ofrecer una imagen global y general de los usos y costumbres respecto a la protección del hogar y la familia que realizaban todas y cada una de las civilizaciones puesto que cada una tenía y presentaba sus propias particularidades. Sin embargo, sí existía, por ejemplo, un generalizado uso del fuego.

Efectivamente, el fuego, la fuente de vida y de supervivencia en muchos casos, era casi un elemento de culto en sí mismo y se mantenía viva su llama tanto en lugares públicos protegidos como en el interior de las propias casas, en habitáculos principales y, más tarde, en habitaciones reservadas a tal fin.

Estos fuegos que, seguramente, en un principio se preservaban con fines pura y estrictamente de supervivencia, posteriormente fueron consagrados a diversas divinidades que podrían ser tanto generales y comunes a toda la tribu, población, ciudad o civilización, como propios e individualizados de cada una de las familias que los veneraba.

Con el paso de los siglos estas divinidades del propio hogar se fueron transformando en seres con entidad propia, en espíritus y duendes que, aunque invisibles, la gente creía que vivían con sus familias en el interior de sus propias moradas.

A partir de ahí nacieron y se propagaron las distintas supersticiones sobre la existencia de habitantes de origen sobrenatural que conviven en las moradas de los mortales (tanto en los antiguos palacios y castillos como en casas que existen en cada pueblo o ciudad las que se denomina encantadas por unos u otros motivos) y cuyas leyendas nos han llegado hasta nuestros días.

Por tanto, la protección de las casas frente a los espíritus maléficos siempre ha estado ligada al fuego.

En todos los hogares se quemaban distintos tipos de plantas, tanto para que la propia casa emanara buenos efluvios como para realizar ritos de curación, eliminar espíritus negativos y evitar la entrada de las distintas enfermedades que con una periodicidad demasiado habitual asolaban ciudades y hasta países enteros.

Si en tiempos remotos se creía en la existencia de espíritus beneficiosos que protegían a los habitantes de las casas contra robos, hechizos, etc., las familias, para preservar esta protección, al mudarse de casa intentaban llevarse consigo a estos espíritus benéficos. El sistema utilizado era recoger un ascua de la chimenea de la casa que dejaban y utilizada inmediatamente para encender el primer fuego en la chimenea de la nueva casa que acababan de estrenar.

Esta costumbre todavía hoy pervive en cierto modo y este es uno de los motivos por los que se celebran las denominadas «fiestas de Inauguración» del nuevo domicilio.

Existían y existen en la actualidad diversos tipos de plantas, cada una con unas características, determinadas y que se pueden utilizar con fines muy variados.

Entre las que tradicionalmente se quemaban en las casas para liberarlas de la negatividad y favorecer la curación de las personas que las habitaban cabe destacar algunas de las más conocidas: anís clavo, coríandro, espliego, limón, lilas, pétalos de rosa y violetas. Para evitar a las fuerzas maléficas y los venenos se utilizaban preferentemente: albahaca, laurel, helecho, ajo, lilas, raíz de mandrágora, muérdago, sándalo y milenrama, entre otras.

Artículos relacionados

La utilización de las velas se remonta a épocas muy antiguas, cada civilización, pueblo y cultura, al igual que ha creado los distintos ritos, también ha atribuido a las velas.
Hay quien prefiere realizar los rituales y ceremonias de invocación controlando todo el proceso, desde el principio hasta el final, es decir, empezando por fabricar la vela con la que realizará la invocación.
En el momento de realizar una ceremonia o ritual mágico con velas hay que tomarse en serio el trabajo a realizar. Las velas son fuente de muchas posibilidades siempre que se utilicen con la debida propiedad.
Resulta difícil constatar qué civilizaciones fueron las primeras en crear y utilizar las velas como elemento precursor de los utensilios que hoy en día conocemos, así como de la primitiva finalidad con la que fueron producidas.
La utilización de las velas como instrumento de adivinación. Sin embargo, conviene recordar que se creó todo un arte adivinatorio mediante la observación y la interpretación de la llama de la vela.
A partir de la observación de sus llamas, de sus formas y colores, cuando empezó a nacer lo que hoy en día se conoce como el arte de adivinación a través del fuego. Este arte, llevado a la práctica hoy día en las velas.
Otro paso importante que conviene realizar antes de iniciar el ritual es el de la relajación del oficiante. El estado físico y psíquico de la persona que vaya a realizar el ritual es extremadamente importante.
El poder que ejerce la Luna en los rituales y conjuros celebrados con velas es muy importante. Conviene destacar que cada una de las ceremonias mágicas debe realizarse en la fase lunar más conveniente.
El nombre «ocultismo» hace referencia a las situaciones en las que estos rituales o ceremonias tenían lugar, y en determinadas épocas de la historia el lugar más oculto para proceder a la invocación de los poderes era dentro de las propias moradas.
Una misma palabra es utilizada para definir varios conceptos, a veces similares y en ocasiones totalmente distintos y sin otra conexión más que la idéntica agrupación de letras, unidas en el mismo orden para formar una palabra.
Fuego y luz son precisamente los dos elementos que conforman la vela, un instrumento creado por el hombre quien, en su camino hacia la búsqueda del sentido del propio ser, se ayuda de este objeto para forjar su destino.
Para que este poder curativo se vea reforzado, después de escoger la vela correspondiente (de la lista que aparece en las líneas anteriores) deberá realizarse la operación de la unción de la vela con un aceite esencial extraído de la hierba más indicada.
Las piedras preciosas, además del uso ornamental y artístico que siempre han tenido, también han estado desde tiempos remotos al servicio de la realización de ceremonias mágicas y de curación.
Conoce la simbología de los colores en las velas. Color a color su significado y utilidades en rituales y hechizos.
Cada signo del zodíaco está favorecido por un color determinado y por este motivo al realizar una ceremonia de invocación es importante que la correspondencia del color de las velas utilizadas sea la adecuada al signo astrológico por el que están regidas.
En los rituales mágicos existen muchas creencias distintas, cada una avalada por una tradición o un pueblo en particular y que posteriormente se han influencia do entre sí hasta crear multitud de variantes mágicas o de brujería.
Cada uno de los días de la semana está relacionado con un color determinado. De forma muy concisa, estos son los colores que le corresponden a cada uno.
La utilización de las velas no es un juego, sino que responde a un protocolo determinado del que no conviene abusar. La magia ayuda sólo a quienes se esfuerzan por sí mismos en alcanzar unos objetivos.
Las velas zodiacales se utilizan para representar al peticionario, a la persona o personas para quienes se está realizando el ritual, a la persona que desee influir, o a las personas que estén ayudando, obstruyendo o «cruzando» la situación por la que se realice el ritual.
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