Cualquier actividad humana tiene su parte real, positiva y, también, la otra cara de la negatividad, del fraude, de la mentira, del engaño. Pero, a veces, ciertas mentes preclaras, fanáticos defensores de lo que, una vez, aprendieron de memoria en ya obsoletos libros de texto, no dudan, ante determinadas experiencias o hechos anómalos, en descalificarlos por la vía rápida y fanática, como fraudes o, el resultado, de la acción de ciertos bromistas. Y, efectivamente, en determinados casos, se ha dado la candonga que engañaron a algunas personas pero, ignoran, o así lo quieren ver, que esa misma burda inocentada tuvo su origen en un auténtico y extraño suceso que desafía leyes y principios estudiados en un corto lustro de formación universitaria. Las «lógicas y razonadas» explicaciones científicas que dan al anómalo incidente raya, a veces, la más escandalosa y risible badajada. Luego, cuando la investigación se profundiza y centros o colegas de renombre se interesan por la cuestión, o se apuntan para salir en la foto o callan, mirando hacia otro lado, olvidando lo que, inicialmente, dijeron sobre tales incidentes.
La historia está plagada de tales aseveraciones. No hace falta repasar antiguos legajos o registros en las hemerotecas para demostrar lo que decimos. Un caso reciente: El pasado año cayeron en diferentes puntos de la Península varios aerolitos (bloques de hielo). Oímos y leímos toda clase de explicaciones, algunas de ellas absurdas o tontorronas, especialmente las que, firmemente creían que todo era una broma, como, en algún caso, así fue, pero habían otros pedruscos helados para los que, a su violento aterrizaje, no había una explicación coherente. Ahora que se sabe que otros aerolitos cayeron no solo en España sino en Argentina, Colombia, Canadá, Australia, Italia, Austria y Holanda, interesándose por su investigación la NASA, teniendo para ello depositado el aerolito que cayó en Australia, recabando información de aquellos otros países que vivieron tan insólito fenómeno, es cuando se apuntan a tal estudio, olvidando todo lo que, con anterioridad, se aseguró y pontificó. Si la agencia espacial norteamericana se interesa por los bloques de hielo, algo tendrán. Por eso: Borrón y cuenta nueva.
Y todo esto viene a cuento por lo siguiente: Desde hace años vienen apareciendo, misteriosamente, casi surgidos de la nada, y, cada vez, más complejos, gran cantidad de círculos, de dibujos, trazados sobre las plantaciones de cereales en los campos ingleses. Hace tiempo se intentó dejar zanjado tales hechos: Dos jubilados se dedicaban a «fabricar» aquellos pictogramas. La mayoría de los medios de comunicación, junto a los conocidos grupos de escépticos, dieron por buena esta explicación. No voy a volver a insistir sobre esta bufonada, ya que, en otros artículos, he comentado sobre la imposibilidad de que estos activos abuelos pudieran haber trazados tantos y tan elaborados trabajos. Cuando tienes la adecuada información y numerosas imágenes, comparadas con la burda demostración que hicieron, en su momento, los dos pensionistas, te reafirmas en lo dicho: Totalmente imposible. Mucho menos cuando los enigmáticos círculos continúan apareciendo y, siempre, cada vez, con dibujos más elaborados, de un perfecto y equilibrado diseño. Autenticas obras de arte, con un indudable mensaje simbólico que aun no hemos sabido interpretar o descifrar.
Últimamente, y frente a esos mismos escépticos que se aferran a la infantil explicación de la consabida broma o fraude, están otros científicos que, sin miedo al supuesto ridículo o rechazo de sabihondos colegas, no dudan en exponer, públicamente, sus meditadas teorías. Este es el caso, entre otros, de Eltjo Haselhoff, doctor en física experimental y experto en láseres y pulsos ópticos, que ha elaborado un detallado informe sobre los enigmáticos círculos ingleses, recientemente publicado en la revista científica sobre botánica «Physiologa Plantarum», y en la que presenta su teoría llegando a la siguiente conclusión: Dichas insólitas formaciones son creadas por «bolas de luz» de origen desconocido. Recordemos -y este periodista ha visto algunas de esas imágenes- que existen filmaciones donde se capta la presencia, sobre los campos ingleses, de esferas luminosa que, a baja altura, efectúan rápidas evoluciones. Tras desaparecer, aparecen, de forma instantánea, las extrañas formaciones. ¿ A quien creemos? ¿A los que se reafirman en lo del inadmisible fraude chapucero o a esos otros científicos que aseguran lo contrario? ¿Que podemos pensar los plebeyos ignorantes de todo esto? Pero, hay más. En Internet, en la página Akasico.com, leemos lo siguiente: -«El 16 de noviembre de 1974, fue transmitido desde el radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, un mensaje codificado. La potencia de la transmisión, equivalente a millones de watios, era suficiente para poder ser detectada en cualquier rincón de la galaxia. El pasado 17 de agosto dos enormes e increíbles imágenes quedaron impresas en los campos de cereales, cercanos a otro radiotelescopio, el de Chibolton, cerca de Wherwell, en Hampshire, Reino Unido. Una de dichas imágenes es una respuesta escrita, utilizando el mismo código, a la transmisión de 1974. La otra, muestra un rostro de características humanoides. El investigador Fintan Dunne ha traducido ese nuevo mensaje grabado en el campo y este es su contenido: -«Hola Tierra. Respondemos al mensaje en el que os describíais a vosotros mismos. Nosotros también somos formas de vida basadas en los hidrocarburos, con conceptos lógicos y matemáticos similares a los vuestros. Os enviamos una imagen de nuestro rostro, el cual tiene un aspecto similar al vuestro. No obstante, nuestro ADN es ligeramente diferente al vuestro y somos de menor estatura, con cráneos de mayor tamaño. No hemos empleado ningún radiotelescopio para haceros llegar este mensaje, sino una tecnología de transmisión del pensamiento. Nuestro dominio del hiperespacio nos ha permitido interceptar vuestro mensaje y responderos en la forma debida».
¿Fraude o realidad? Por lo menos resulta algo extraño. Las personas que han tenido acceso a estas dos nuevas y enormes imágenes, se han quedo impresionadas. Manifiestan que, si se trata de un fraude, es de lo más ambicioso y elaboradisimo de toda la historia de los enigmáticos círculos ingleses. Para intentar apaciguar el revuelo que se ha organizado con estos nuevos diseños, el responsable de relaciones públicas de las instalaciones de Chibolton, recordando las imágenes de televisión donde se hacía una demostración de como poder falsear los círculos, aseguró que se trataba de un nuevo fraude. Como «prueba irrefutable» comentó que un agricultor, padre de un amigo suyo, hizo, el mismo, uno de esos círculos y luego cobraba, a los visitantes, entrada por verlo. Indicó que los individuos que habían hecho aquello se estarían riendo de los que piensan que era un mensaje del espacio exterior, y que, desde luego, no iban a malgastar tiempo buscando a los responsables de aquella broma.
Ante este cúmulo de evidencias y argumentos verbales de marcado carácter científico, uno se queda apabullado y, tímidamente, se atreve a preguntar: -¿Cómo es posible que estos dos enormes y complejos pictogramas se hayan podido hacer en poco tiempo, aprovechando las horas de un soleado fin de semana -según manifiesta el relaciones publicas, señor Buclkey- a muy pocos metros del observatorio y que nadie se percatara de lo que estaba haciendo ocurriendo? ¿Se han fijado los responsables de aquellas instalaciones en las dificultades a solventar y tiempo que se requiere para realizar esas gigantescas imágenes, especialmente la de un rostro que solo se aprecia desde lo alto? ¿Por qué se empleó, para contestar, el código utilizado en 1974 por los miembros del Observatorio de Arecibo? Eso no está al alcance de cualquier chufletero. Y, además, volvemos a lo comentado inicialmente, con la cuestión de los aerolitos: Hay bromas, fraudes que se repiten pero que tienen un origen real y anómalo. El hecho de que el padre de un amigo del portavoz del observatorio de Chiboltor sea un pork sausage, un «chorizo», no quiere decir que los círculos y demás criptogramas que siguen apareciendo en los campos de cereales ingleses -repetimos: cada vez más grandes y complejos- sean todos un fraude. Imposible. Y no es que lo asegure un servidor, sino que científicos y especialistas, tras su estudio y análisis, niegan tal posibilidad. Su proceso y origen: desconocido. Esperamos a que algún organismo oficial, de reconocido prestigio internacional, se interese, públicamente -a lo mejor ya lo ha hecho, muy sigilosamente- y, entonces, todos se subirán al carro de la investigación, olvidándose de las chorradas, burlas y ataques que, en su día, infligieron a los crédulos ignorantes o a los fabricantes y vendedores de misterios. Siempre, como recordatorio, nos quedaran las hemerotecas. Por Francisco Padrón Hernández
Diario de Avisos. El Dominical – 9 de Septiembre de 2.001