Siempre que queramos consultar el oráculo, debemos de tener en cuenta dos consideraciones de gran importancia...
Hace más de dos mil años, los pueblos de la actual Europa utilizaban un alfabeto sagrado (rúnico) cargado de esotérico.
Las principales culturas protohistóricas de Europa, sean las culturas rúnicas (indoeuropeas}, las celtas, las germánicas o las vikingas, tenían unas constantes a la hora de practicar sus oráculos y, muy principalmente, el de las runas.
En este capítulo queremos indicarles las constantes (los mesquidiums latinos) que todo buen consultor de las runas debe utilizar.
Hemos hecho un pequeño decálogo que nos ha parecido interesante denominar «Las diez leyes de Anna», en honor a la gran diosa de las culturas protoeuropeas.
Sin duda, cualquier persona que intente introducirse en el campo de la lectura y comprensión del oráculo de las piedras, es decir, las runas, encontrará en estas sencillas normas una ayuda imprescindible para la perfecta lectura de los codones (runas protohistóricas) y el medio para conocer tanto el pasado como el presente y el futuro.
Recordamos a los amigos lectores que en el campo de la adivinación y la magia, cualquier pequeño fallo puede ser definitivo, pues la frontera entre la percepción extrasensorial que acompaña a las mancias diversas y el error es, simplemente, de unos pequeños pujoles, por utilizar la medida de la física cuántica. Seguidamente indicamos el decálogo que debe seguirse:
1. Es primordial que las primeras lecturas rúnicas se realicen al atardecer, o incluso por la noche, pero jamás en pleno día y menos a pleno sol, pues los antiguos druidas y druidesas practicaban la runomancia siempre en lugares umbríos, principalmente en cuevas y bosques para evitar los rayos del sol (debido a las prohibiciones y tabúes del dios Lug, el dios cornudo y de grandes cejas, el «explotador», como lo denominaban los antiguos celtas.
2. El oficiante o adivinador deberá haber estado las horas anteriores sin consumir bebidas alcohólicas o fermentantes, para intentar inhibir su cerebro de malas influencias, que podrían desviar la atención sensorial.
3. Al igual que los antiguos druidas y druidesas, el moderno o moderna sibila que trabaje con las runas deberá haberse autoprotegido con algún aceite esencial, entre los que destacamos el de mandrágora (el mejor de todos, sin ninguna duda), el de bambú (el auténtico debe llevar la ramita incluida en el frasco) o el de menta, en el caso de personas mayores.
4. No deberá consultarse dicho oráculo en días señalizados por la luna nueva ni por los tres días «negros» del año, o sea, 1 de mayo, 9 de septiembre y 15 de marzo, pues, al igual que creían las druidesas de Albagain, en tales fechas las malas vibraciones pueden confundir e incluso afectar al oráculo y al consultante.
5. Una vez se tenga «dominado» el oráculo (o sea, cuando se sepa interpretado), se guardará en una bolsita de antelina, de color oscuro si el consultante es varón, o de color rojo o claro si es una mujer.
6. Las piedras que formarán el oráculo, también llamadas codones, deberán ser lavadas cuidadosamente con agua de pozo o de río cada seis o siete meses y dejadas a secar en plena noche, pero nunca bajo los rayos del sol.
7. En el desgraciado caso de que el consultante o dueño del oráculo caiga enfermo, deberá poner dentro del saquito que contiene las runas un puñado de muérdago, para evitar que las malas vibraciones que afectan al adivino o la sibila puedan afectar la estructura de las piedras. El muérdago, planta sagrada de los antiguos druidas y que en algunos lugares se conoce con el nombre de bese, deberá estar siempre seco, pues las bolitas verdes de dicha planta son tóxicas y pueden afectar la salud de las personas que están cerca de ellas.
8. Los antiguos druidas y sus ayudantes, los bardos, utilizaban siempre a la hora de consultar dicho oráculo distintos tipos de incienso natural para purificar el ambiente.
Actualmente existen en el mercado más de 240 tipos de olores diferentes pero hemos de señalar que los mejores en el caso de las runas, son los siguientes:
• Incienso katar de Jerusalem. Siempre en grano y colocado sobre carbón instantáneo. Debe estar completamente seco y su olor ha de ser penetrante.
• Incienso del Languedoc (también llamado de los cátaros) en grano o en polvo. Su origen se pierde en la noche de los tiempos. Los druidas lo recogían con una hoz de oro macizo que habían fundido una noche de luna llena y que era su única herramienta, con la cual se enterraba a dichos sacerdotes para que les acompañaran al otro mundo (Laful, en la antigua lengua céltica).
• Grano de tamarindo. Este incienso se obtiene de la mezcla del tamarindo europeo y de los «mets” (pechos de bruja), y, aunque de difícil ignicción, dura mucho, por lo que en ceremonias largas es muy aconsejable, aunque su obtención no es fácil.
9. Las druidesas o mujeres sabias de la cultura celta utilizaban lo que habitualmente se denomina «bautizo de la piedra», que consistía en bañar las runas recién adquiridas o fabricadas en el agua de la primera noche de lluvia que sucediera tras la adquisición, y, al atardecer siguiente, las dejaban secar a la sombra de un árbol, principalmente una encina o roble, un arce o un tejo, para que se cargaran de energías positivas.
10. Para terminar, esta última «lejies” regla del decálogo, que consiste en tener, siempre que se consulte dicho oráculo, la mente en positivo, pues de una mente preocupada, recelosa, envidiosa o simplemente negativa, poco o nada se puede esperar, y tanto si queremos saber nuestro futuro como el de los demás, debemos estar cubiertos de una capa de vibraciones positivas, pues, como decían los antiguos celtas, «lo que tu cuerpo desprende, tu corazón lo recoge».
Deseamos de todo corazón que siguiendo y cumpliendo estas sencillas instrucciones sobre las tunas, usted, amigo lector, consiga aprender, conocer y dominar el futuro para lograr los objetivos que todo ser humano anh la y que el hombre y la mujer, como seres racionales, merecen.
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