En las manos se advierten las más variadas formas de los dedos y de las uñas, que sirven para proteger la extremidad de la tercera falange. Las uñas, formadas por una sustancia córnea, tienen la función de proteger los filamentos nerviosos extremadamente finos y sensibles que a través de la epidermis se reúnen en la punta de los dedos y sirven para el tacto.
Las uñas de la mano no deben ser frágiles, han de tener un pálido color rosado y medir en la parte que se adhiere a la carne lo mismo que mide la parte de la tercera falange que va desde su comienzo hasta la raíz de la uña.
Por la forma de las uñas se obtienen indicaciones sobre el carácter del sujeto.
Si las uñas finas denotan fineza de tacto y de intelecto, las uñas voluminosas y espesas revelan falta de delicadeza en el sentido del tacto, limitada facultad intelectual y poca perspicacia. Las uñas duras indican un carácter enérgico y decidido, mientras que las uñas blandas anuncian una naturaleza débil y un carácter indeciso.
Las personas dotadas de fantasía y que son muy impresionables tienen generalmente las uñas largas y arqueadas.
Las uñas cortas denotan un espíritu crítico y positivo, agudeza en los juicios, prontitud y afición a las discusiones.
Las uñas aplanadas, que se ensanchan en la parte alta de los dedos, si son gruesas y duras, indican mucha propensión al movimiento y a la acción, rudeza, inquietud, espíritu de contradicción y deseo de luchar y discutir.
Las uñas aplanadas y anchas pero finas y transparentes indican también necesidad de actividad, pero espiritual, no física, y si indican igualmente una voluntad de lucha, es más bien una búsqueda de lucha intelectual que permita sostener las propias opiniones y ejercitar un espíritu crítico.
Las uñas estrechas, convexas y puntiagudas pertenecen generalmente a dedos ahusados. Los sujetos poseen entonces naturalezas impresionables, son poco perspicaces e inconstantes. Si las uñas son duras, a la poca perspicacia se añade susceptibilidad y amor propio excesivo, envidia y celos.
Las uñas estrechas, curvadas y delicadas son para los soñadores, criaturas sensibles, a menudo inclinadas a la melancolía.