Ya que el tipo de suciedad para la que están indicadas estas limpiezas no puede verse, aunque algunas personas pueden sentirlo o vibrarlo con cierta facilidad, podemos recurrir a diversos métodos para determinar la necesidad de efectuar una limpieza.
Un modo de diagnosticar la necesidad de una limpieza es a través del biómetro de Bovis.
Si la medida de la vibración de un espacio es baja, una limpieza puede estar indicada, pero la baja vibración también puede deberse a otros factores como corrientes telúricas u otro tipo de perturbaciones, por lo que habrá que asegurarse que la debilidad energética de un lugar no se debe a otras condiciones relacionadas con aspectos más físicos o materiales, que las que se pretenden resolver con las limpiezas energéticas.
Otro modo de detección de la presencia de suciedad energética es a través de la radiestesia, con el empleo de un péndulo y una batería de preguntas.
Pero para ello hace falta saber utilizar la técnica del péndulo. Así que el modo más sencillo y asequible es observar los acontecimientos producidos en la casa y recurrir a hacer una limpieza, cuando se entienda que está cargada de tensiones, de estrés, de sufrimiento, de desacuerdos, de pensamientos, de gestos o de palabras negativas.
Tradicionalmente, también se recurre a observar la cristalización de la sal para comprobar si ya va haciendo falta una limpieza.
Para ello se coloca un platillo o cuenco de porcelana o loza con sal fina y un poco de agua, se deja en reposo por un periodo máximo de una semana, y se observa el modo en que ha cristalizado la sal.
Si la cristalización es irregular entonces sabremos que hace falta limpiar. La sal utilizada para este propósito es mejor quemarla o enterrarla en el campo, incluso tirarla por el inodoro, pero no debe ser arrojada a la basura.
El platillo o cuenco debe lavarse, dejando que el agua corriente se deslice por él durante un rato. Es mejor reservar este recipiente para este uso o similares y no utilizarlo para contener alimentos.
Otro método es utilizar un vaso o copa de cristal transparente sin estrenar, en el que después de haberlo enjuagado se ponen a partes iguales agua, sal fina y vinagre blanco.
Al cabo de una semana se procede a observar el líquido. Si se ha oscurecido o contiene burbujas como si estuviera hirviendo indica que hace falta una limpieza.
Este último método puede ser utilizado para efectuar una limpieza. Para ello hay que repetir el proceso y esperar otra semana y comprobar que la mezcla tiene el mismo aspecto que el primer día.
También puede reforzarse este sistema de limpieza con el empleo previo de la fórmula para fregar el suelo, la quema de algún incienso purificador o la pulverización de la fórmula cítrica.